En una ciudad turística como es Palma dos meses con los bares y las terrazas cerradas es demasiado tiempo. Pero la entrada en vigor de la fase 1 del proceso de desconfinamiento fase 1 del proceso de desconfinamientoha permitido que, al menos, las terrazas de los bares, aunque sea con menos aforo, puedan abrir y desde ayer pudieran dar servicio a sus clientes.

Pero no todos los bares subieron ayer la barrera. Ni siquiera algunos que están ubicados en las zonas más estratégicas de la ciudad, como por ejemplo la Plaça d'Espanya. La prohibición de que solo se puede utilizar la mitad del aforo de la terraza, con lo que limita la recaudación, no es rentable para todos los negocios de restauración. Muchos empresarios han hecho cuentas y les resulta más caro abrir, que seguir con el bar cerrado, porque los gastos superan con creces a los ingresos previstos.

En el centro de Palma, en cambio, la mayoría de bares con terraza montaron las mesas, siguiendo las normas sanitarias, para dar servicios a sus clientes. Desde primera hora de la mañana los trabajadores se fueron preparando para empezar a trabajar, después de permanecer en su casa más de 50 días esperando a que el Gobierno permitiera la reactivación económica. Y si larga ha sido la espera de los empleados de hostelería para poder empezar a trabajar, lo mismo les ha pasado a los clientes que están acostumbrados a tomarse el primer café en el bar y que estos dos últimos meses lo han tenido que tomar en casa.

Javier Soler ayer desayunó en casa, pero a primera hora de la mañana ya bajó a la plaça d'es Mercat para poder disfrutar de un rato sentado en la terraza del bar Nana's. No tomó café, sino que prefirió una cerveza pequeña, que fue saboreando mientras observaba la poca gente que circulaba por la plaza. "Es una sensación extraña, después de casi dos meses encerrado en casa".

Mucho más entusiasmados estaban Ricardo Coll y su compañero Miguel Ángel León. Ambos trabajan en una agencia de seguros y antes de ponerse a trabajar decidieron empezar la jornada con un café bien cargado. E incluso quisieron inmortalizar la imagen de este desayuno para colgarla en un grupo de whatsapps. "Estoy muy contento de estar sentado aquí en la terraza del bar porque parece que hace diez años que estamos confinados. Estos dos meses se me han hecho muy largos", explicaba ayer Ricardo Coll mientras apuraba los últimos sorbos del café. "Voy a confesar que esta mañana hasta tenía ganas de llorar. Esta sensación de estar sentado en la terraza de un bar hablando con un amigo es algo maravilloso y no lo habíamos apreciado hasta ahora", señalaba.

Su compañero, además de café, también aprovechó para pedir un zumo de naranja y un pequeño bocadillo antes de empezar a trabajar. "No se si el café es más bueno el del bar o el de mi casa, pero esta sensación de hoy es muy agradable. Necesitaba esta muestra de libertad, porque parece que de pronto se ha parado el mundo y va siendo hora de ir arrancando", afirmaba Miguel Ángel León.

A primera hora de la mañana el bar Nana's era el único de esta céntrica plaza de Palma que había abierto su terraza. El resto de negocios se mantuvo cerrado, debido a que la capacidad de su terraza es mucho menor. Este establecimiento se ha tenido que reinventar para hacer frente a esta complicada situación económica que se aproxima. Además de ofrecer desayunos, comidas y servir bebidas, ahora también se venden productos de alimentación, que se exponen en el interior. Rocío Alonso era la camarera que ayer estaba al frente del negocio. Se pasó la jornada recorriendo la distancia entre la barra y la terraza, que desde primera hora de la mañana tenía clientes que aguardaban "Es una sensación extraña, pero ya tenía ganas de empezar".

Al igual que el bar en el que trabaja Rocío, en el resto de locales que ayer abrieron las terrazas se podía observar las medidas higiénicas que se han impuesto para evitar la propagación del virus. Cada vez que se levanta un cliente de una silla, y antes de se siente otro, se limpia a conciencia con un líquido desinfectante. Nadie quiere correr el peligro de que se pueda contagiar. También se ha aumentado la distancia entre mesas, porque solo se puede explotar la mitad de la terraza.

El conocido bar Bosch, en la plaza Joan Carles I, la terraza no se abrió al público hasta las diez de la mañana, pero mucho antes se montaron las mesas y las sillas. No se llenó, porque es un negocio con una clientela sobre todo turística, pero mucha gente quiso tomarse este primer café de la mañana. Es el caso del abogado David Salvá, que compartió mesa con su compañero Jesús Baena. Tenían una reunión en un despacho, pero antes de empezar necesitaban un café bien cargado. "Llevaba días soñando con este café sentado en la terraza", señalaba Salvá, que quiso lanzar el mensaje de que el hecho de que se puedan abrir ya las terrazas, no supone que la población deba bajar la guardia en cuanto a las medidas sanitarias. "Es muy importante que se sigan cumpliendo las normas". Su compañero no pudo estar más deacuerdo con esta afirmación y aprovechó la ocasión para recordar una frase de Churchill: "no es el principio del fin, ni siquiera el final del principio".

En la calle peatonal de Blanquerna se pudo vivir ayer al mediodía mucho más ambiente que otros días. Muchos bares abrieron sus terrazas e incluso algunos restaurantes ofrecieron menús de mediodía para sus clientes. Pedro Avilés se tomó ayer una cerveza con un amigo al que hacía tiempo que no veía. "Ya iba siendo hora que me pudiera tomar una cerveza en un bar. Estos dos últimos meses se me han hecho muy largos", confesaba.

Los encargados de los restaurantes se mostraban relativamente satisfechos con esta primera jornada de la fase 1. No confiaban en que la recaudación alcance las cifras de antes del estado de alarma, pero tenían la esperanza de que al menos se cubran gastos.