El alcalde del municipio de Vilafranca, Monserrat Rosselló, abonó ayer la multa que le impuso Delegación del Gobierno por haber incumplido las normas que le obligaban a mantenerse en su domicilio. La sanción, inicialmente, era de 3.000 euros. Sin embargo, el primer edil optó por abonarla de forma voluntaria, con lo que la cantidad finalmente se redujo a 1.500 euros. Con el pago de esta sanción económica, el político asume su responsabilidad, dado que fue sorprendido al principio del confinamiento cuando estaba bebiendo en un domicilio que no era el suyo, acompañado de dos amigos. La Guardia Civil le sorprendió y se decidió levantar un acta de sanción, al entender que el comportamiento de Monserrat Rosselló, primera autoridad del municipio, era grave.

Fueron unos vecinos de Vilafranca los que llamaron a la Guardia Civil, al escuchar un fuerte ruido en un domicilio, sospechando que se había organizado una fiesta, a pesar de que estaba vigente la orden de confinamiento. Cuando los agentes acudieron al lugar se encontraron con la presencia de tres personas, una de ellas el alcalde, que intentó justificar que había acudido a esta reunión para resolver un tema del ayuntamiento.