El Gobierno central abrió ayer la puerta a incluir Menorca y Eivissa en la fase 1 de desaceleración, como lo está en estos momentos Formentera. Según el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del ministerio de Sanidad, el doctor Fernando Simón, la propuesta se estudiará junto con el resto de solicitudes de otras comunidades, aunque, advirtió, llevará unos días.

Simón señaló ayer en su habitual rueda de prensa que han pedido a las regiones que presenten las peticiones antes de mañana miércoles si quieren que sus provincias o áreas sanitarias pasen a la fase 1 a partir del día 11 de mayo, si bien añadió que esto no significa que todas las autonomías “tengan que hacer solicitudes” al respecto.

El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias explicó que ante estas solicitudes es necesario realizar un análisis de las capacidades que se requieren para el paso de una fase a otra y eso les lleva unos días a los técnicos del CCAES, que también lo tienen que estudiar con los técnicos de las distintas comunidades autónomas. Una vez que se realiza este análisis, se emite un informe y en base a él, dijo, las decisiones se tomarán “a otro nivel”.

La solicitud de incluir Menorca y Eivissa en la fase 1 de desaceleración llegó ayer a manos del Ejecutivo central junto a la petición del gobierno canario.

Cabe recordar que el Ejecutivo balear llevaba semanas pidiendo un desconfinamiento no uniforme y que el comité de expertos -mayoritariamente compuesto por sanitarios aunque también por profesionales económicos- y los diez grupos más técnicos con los que trabaja “decían que si Formentera puede entrar antes en la fase 1 de la desescalada no veían problemas en que Menorca y Eivissa también lo hicieran”.

Precisamente ayer, Formentera recuperó parte de su normalidad al adelantarse en una semana, junto a tres islas canarias (Hierro, Gomera y La Graciosa), al resto del país y entrar en la fase 1 de la desescalada tras 50 días de confinamiento por la crisis sanitaria del Covid-19. En este tiempo la isla ha registrado sólo siete casos de coronavirus y un fallecimiento, y actualmente hay dos casos activos. Esta escasa incidencia de la enfermedad es lo que ha propiciado que la isla sea la pionera de Balears en recuperar el pulso vital.

Formentera recupera la actividad

En el primer día, los formenterenses recuperaron sus hábitos cotidianos, con la gran diferencia de que, en pleno mayo no hay turistas en la isla y los hoteles siguen cerrados a la espera de que los vuelos con Eivissa se reanuden. En cambio, el pulso diario social y de actividad del pequeño comercio y de algunos bares y cafeterías comenzó ayer a palpitar. Los pocos empresarios que abrieron sus establecimientos estaban moderadamente contentos y los vecinos, que podían al fin circular libremente, sin limitaciones de espacio ni horarios dentro de la isla, disfrutaron del primer encuentro en las terrazas de los pocos bares que abrieron en la localidad con más actividad de la isla, Sant Francesc.

Además, la isla se llenó de periodistas puesto que el foco informativo del país se centró ayer en Formentera, una isla de 82 kilómetros cuadrados con poco más de 12.000 personas censadas y que cuadruplica su población en verano (este año no). Siendo optimistas, en el mes de julio podrán abrir unos pocos establecimientos hoteleros, ayer ninguno. De hecho el presidente de la patronal del sector en Formentera, Vicent Tur, declaró ayer que “sin turistas que lleguen no habrá clientes en los hoteles”.

Las dudas sobre lo que se puede y no se puede hacer también arreciaron ayer en la isla. Una de las preguntas recurrentes era si los formenterenses podían o no bañarse en el mar. La presidenta del Consell de Formentera, Alejandra Ferrer, ante la incertidumbre,decidió que “si no hay indicación oficial que lo prohíba explícitamente se puede hacer”, según reiteró en varias ocasiones.

Tanto es así que los vecinos que prefirieron la playa a la terraza del bar también disfrutaron de un refrescante baño en un día de calor intenso, pero manteniendo las distancias.

La propia presidenta del Consell, Alejandra Ferrer, reconoció ayer que ha habido improvisación al admitir que lleva días tomando decisiones junto al Govern sin saber si ambos hacen la misma lectura que el Gobierno.