Muchas persianas del pequeño comercio de la isla se levantaron ayer por primera vez en 50 días desde que se decretara el estado de alarma. El negocio de proximidad se ha convertido en el conejillo de indias de una desescalada prevista en el 'Plan para la transición hacia una nueva normalidad'. Sintiéndose en muchos casos "desamparados" y "abriendo ante la necesidad, pero plagados de dudas", peluquerías, talleres mecánicos, ferreterías o librerías reavivaron ayer una economía sin pulso y destaparon el trajín en unas calles hasta hace poco desangeladas.

Pelo creciendo libremente y canas campando a sus anchas. La reapertura de las peluquerías era uno de los acontecimientos más esperados de este lunes en la isla. Cerca del 30% abrieron ayer sus puertas en Palma, así como un 45% de los centros estéticos de la capital. "Llevamos apuntando citas desde la semana pasada y ahora mismo casi tenemos la agenda llena hasta el lunes que viene", señala Rosa Martín, gerente del Centro Capilar Mallorca en la calle Aragón.

"Es necesario dar una imagen de seguridad y tranquilidad a los clientes y para ello el negocio ha tenido que hacer una inversión que nadie te paga. Hemos contado con la ayuda de los proveedores, que nos han facilitado precios del material necesario para hacer frente a esta situación, pero esa es toda la colaboración que hemos recibido", reconoce ante la precipitación de los acontecimientos.

"Batas desechables, guantes, mascarillas, gel desinfectante, esterilizador para los materiales de trabajo, termómetros o solo un cliente por estilista han sido algunas de las medidas a las que hemos tenido que adaptarnos, ha sido un día de mucho trabajo, pero también cargado de ilusión después de todo lo vivido. Todos los clientes se han portado muy bien y han venido protegidos de casa, eso te llena de esperanza", señala.

Las colas ante las puertas de algunos pequeños negocios fueron ayer un habitual desde primera hora de la mañana. La fase 0 de la desescalada ha permitido al sector de comercio y servicio unas condiciones muy limitadas. La cita previa es ahora una obligación, casi la menor de todas ellas, y así lo anuncian decenas de negocios desde sus escaparates. "Más de una persona se ha parado para saber si podía ser atendido al momento, pero tenemos la agenda llena", coinciden la mayoría de comerciantes. Una batería de coche descargada o la bombilla del cuarto de baño fundida fueron solo algunas de las urgencias que se atendieron en un primer día de concurrencia y desconcierto entre clientela y trabajadores.

La Ferretería García, en la calle Emili Darder, lleva abierta más de 30 años. Virgilio García capitanea un negocio que sobrevive ante las grandes empresas de bricolaje instauradas en la isla. Ayer la cola para entrar en su tienda casi daba la vuelta a la esquina. "Ha habido de todo, la verdad. Gente que venía a por moldes de horno y muchos clientes que se han llevado botes de pintura para hacer sus arreglillos en casa", reconoce. "Todo ha sido muy precipitado. En solo tres días hemos tenido que adaptar el negocio para responder a las exigencias que pedía esta fase de desescalada, pero hemos echado en falta una hoja de ruta, alguna administración que nos dijera cómo hacer las cosas. Con el BOE en la mano nos hemos puesto a tomar las medidas que hemos creído necesarias, pero da la sensación de que nadie se ha preocupado por nosotros", critica.

Juanma Ríos, al otro lado del mostrador, corrobora las palabras de Virgilio: "Abrir puede parecer una locura, pero no hacerlo habría sido todavía peor. Llevamos mes y medio sin generar ingresos, solo hay gastos. Aunque fueran pocos los clientes que hubieran venido, ya habría valido la pena. Con estas mamparas que hemos instalado y con la correspondiente protección, al menos ellos se sienten seguros y nuestra intención es transmitir esa tranquilidad que en realidad a nosotros nos falta".

Como a la Ferretería García, a muchos otros negocios les inunda una sensación de"incertidumbre" y "desinformación" en esta fase inicial frente al coronavirus. Son muchos los locales que, pese a la posibilidad de abrir, han preferido esperar al próximo 11 de mayo. En la calle Barón Santa María del Sepulcro, una pequeña zapatería mantiene su persiana a media altura. "Es difícil pedir cita previa para comprar unos zapatos", secundan algunos clientes del negocio que salen del mismo con una bolsa en las manos. "Los propietarios tienen muchísimas dudas y muy poca información al respecto. Van bastante perdidos porque nadie les ha asesorado y tan siquiera saben si pueden o no abrir las puertas de su local", transmiten los consumidores.

En la calle Metge Joan Bauzà Mestre, en Santa Catalina, una grúa descarga un vehículo frente al Taller Mecánico JPS. "Van 25 servicios ya esta mañana por el mismo problema y tengo 15 llamadas en espera", reconoce el operario de la misma. Pese a que hasta el día de hoy la apertura de talleres estaba permitida para atender urgencias, "no ha sido hasta este mañana -por ayer- cuando se ha notado una verdadera afluencia de clientes". "Las dichosas baterías acaparan todos los problemas", indica Jaime Pons, propietario del negocio, señalando media docena de sistemas para la alimentación de los vehículos acumulada en un resquicio del taller que regenta junto a su mujer Loli Guerrero. "La gente lógicamente se ha encontrado con el problema al ir a poner el coche en marcha, llevamos ya unas cuantas y las que quedan", reconoce.

A solo dos pasos del negocio, en la calle Joan Crespí, las barberías de la zona tampoco cesan en su trabajo. "Ha sido un goteo incesante de clientes. Quien no viene ya con cita, se pasa por aquí a pedirla, así toda la mañana", señalan sin dejar de trabajar en su minuciosa labor.

Diamond Style, con una sola empleada, Rosalía Mustarós, tampoco cesa en su empeño de dejar a sus asiduos lo más emperifollados posible. Mientras uno es atendido, el otro espera dando vueltas por el pequeño negocio, osado él, chupando todo lo que se pone a su alcance. "Es la época de cortarle el pelo a las mascotas. Abría el negocio el pasado mes de febrero y el 14 de marzo tuve que cerrar por el dichoso coronavirus", reconoce la propietaria del establecimiento. "Los dueños me dejan al perro y yo me encargo de desinfectar las correas y los collares que traen antes de ponerme manos a la obra", señala ilusionada. "Como en todo, aquí también damos prioridad a los mayores y a todas aquellas mascotas que se puedan sentir más agobiadas por el calor o que tengan dificultades respiratorias", reconoce.

La atención individualizada al cliente con la debida separación física, la instalación de mamparas en mostradores y el material de protección y mascarillas de uso obligatorio en trabajadores han garantizado en esta primera toma de contacto con 'la nueva normalidad' las obligaciones de higiene impuestas por el Gobierno. El pequeño comercio palmesano ha cumplido con nota en su primer examen sorpresa.