El final de esta historia se produjo en la madrugada del 14 de abril, el día después del final de la Semana Santamás atípica en décadas, con toda España confinada en sus casas por el maldito coronavirus. El corazón de Juana Ana Pons, de 89 años y natural de Campanet, dejó de latir seis días después de su entrada en la residencia de ancianos Ses Ones, de Marratxí, donde había ingresado procedente de la residencia Oasis, en Can Pastilla, que llegó a ser intervenida por el Govern.

El relato de los últimos días de Juana Ana está muy ligado a Gloria. Gloria María Serna, enfermera de la residencia Ses Ones. Colombiana de 52 años, lleva dos décadas en Mallorca y doce años trabajando en la Creu Roja. Aunque durante estos dos meses ha pasado por momentos complicados, por venir de donde viene todo le parece un problema menor, incluso la pandemia del coronavirus. Natural de Medellín -"la ciudad más bonita del mundo", resalta con orgullo-, ha vivido en primera persona la guerra en Colombia. "En mi país vi cosas horribles, vivía en un pueblo azotado por la guerrilla", explica. "El miedo no es el mismo. Esto es un virus, y no es lo mismo a que una persona te apunte con un arma. En Colombia, sacabas la cabeza por la ventana y te podían pegar un tiro", subraya esta enfermera de un modo como si te conociera de toda la vida.

La tercera protagonista de este guion, lamentablemente sin un final feliz, es Neus Rebassa, la nieta de Juana Ana.

En una emotiva carta publicada el pasado miércoles en este periódico, Neus agradecía a Gloria y al doctor Joaquim Torrebella su "humanidad", sin llegar a conocerles en persona, por el trato que dispensaron a su abuela.

"Sé que les estaré siempre agradecida, ellos te acompañaron los últimos días intentando que nos sintieras a nosotros presentes", escribió. "Les deseo todo lo mejor para el resto de sus vidas", concluye su misiva Neus. "Lo valen y se lo merecen. Ojalá hubiera habido otro final, pero esta vez no pudo ser, ganó el virus".

"No llegó en muy buenas condiciones, no respondía mucho a los estímulos", relata Gloria desde la residencia donde trabaja desde hace una semana. Los familiares no podían ir a visitarla, y la enfermera habló sin rodeos a Neus desde un principio: "Tu abuelita no va a durar mucho, le dije por teléfono a su nieta, que llamaba varias veces al día. Por las mañanas la llamaba el doctor Torrebella y por las tardes hablaba con nosotras", explica la sanitaria, en referencia a sus compañeras. Entonces, Neus le pidió si, junto a su madre y su tío, podían hacer una videollamada para ver a su abuela. "Espera cinco minutos, voy a ver lo que puedo hacer", respondió Gloria. Dicho y hecho. Poco después puso en contacto a Juana Ana con su familia, una relación corta y muy superficial pero que les sirvió de alivio después de tantos días de angustia por no poder verla, de la misma forma que ha ocurrido con miles de familias con sus mayores en residencias. "Abuela, estamos contigo", le dijo Neus. "Juana percibía que la hablaban. Vi cómo movía la rodilla", describe Gloria, testigo de excepción del encuentro virtual de la casi nonagenaria con sus familiares más cercanos.

Al día siguiente, a las siete de la mañana, falleció. "No sufrió, pero esto no quita que la familia se sintiera muy afectada. Ya ingresó muy malita en la residencia, estaba muy deteriorada", comenta Gloria, que, pese a todo, se congratula de que "los peores días del coronavirus han pasado. Al principio fue todo un pequeño caos, pero ahora no nos podemos quejar, tenemos personal suficiente. Hoy mismo hemos liberado dos habitaciones", explica satisfecha esta enfermera, que quiere dejar constancia del "gran esfuerzo" de sus compañeras y del doctor Torrebella, que el miércoles se reincorporó al trabajo "después de dar positivo por coronavirus". "Es el director y gestor del centro y ha estado muy pendiente de todo desde su casa", concluye la sanitaria de la residencia Ses Ones.

Emocionada

EmocionadaQuince días después del fallecimiento de su abuela, Neus no puede esconder la emoción que siente desde el otro lado del teléfono. "Perdona, pero me cuesta superarlo", dice al periodista. "Mi abuela era de una edad avanzada y tenía patologías previas, pero sabemos que ha estado muy bien cuidada hasta el último momento. Por las mañanas nos llamaba el doctor Torrebella. El domingo 12 de abril por la tarde estaba Gloria de guardia. Cuando estábamos a punto de colgar le pedí si podíamos verla por videollamada. Me dijo: 'dame tu teléfono y veré lo que puedo hacer'. Y poco después la pudimos ver mi madre, mi tío y yo. Fue la última vez", concluye su relato, con la emoción de nuevo a flor de piel.

Juana Ana, abuela de cuatro nietos y que pudo conocer a dos bisnietos, era una magnífica persona, cuenta su nieta: "Era una mujer que nunca tenía un no, lo daba todo por sus nietos. Además -continúa-, era una gran luchadora. Al poco de casarse, montó un bar con mi abuelo cerca de la plaza de toros de Palma. Era una gran cocinera y hacía unas paellas como las que nunca he comido", recuerda con un punto de melancolía.

Juana Ana Pons recaló en la residencia Ses Ones desde la Oasis, una de las que más casos positivos por coronavirus ha presentado. Pero Neus no quiere ahondar en la herida. "Como en todo, hay cosas mejorables, pero no teníamos quejas, y menos del personal, siempre muy atentos", remata el tema, no sin antes extender "a todo el personal" de la residencia Ses Ones "la entrega mostrada hacia mi abuela. Es difícil describirlo, y me gustaría que quedara constancia".

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