Tras la pesadilla económica de la hibernación forzada, el tejido empresarial de servicios y ocio de Mallorca se encuentra con que, a pocos días de reabrir, el mal sueño -la crisis del coronavirus y sus efectos- sigue aún aquí. El plan de desescalada presentado esta semana por el Gobierno no ha disipado sus múltiples inquietudes y le reprochan su falta de concreción y su falta de adecuación a la realidad turística de la isla.

La industria turística no ve cómo será posible resolver la paradoja de reiniciar su actividad sin flujo de viajeros. Los pequeños comercios buscan sus propias fórmulas para garantizar la seguridad de los clientes ante la falta de concreción en los planes estatales. Y muchos restaurantes y salas de fiesta se preguntan cómo afectará la reducción del aforo a sus ingresos y, por extensión, a la contratación de trabajadores.

Para los hoteleros, no hay manera de resolver la ecuación de un turismo sin turistas, por mucho que, en ese plan estatal, se les diga que a partir de la fase uno (que entrará en vigor el 11 de mayo) podrán reabrir sus instalaciones, menos las zonas comunes.

"En nuestro caso, no sirve para nada. Ese plan de desescalada no se ajusta a la realidad del sector y evidencia un profundo desconocimiento de nuestra realidad. Nosotros, sin que puedan llegar aviones, estamos igual. Y, a nivel nacional, no se puede viajar entre provincias. No podemos abrir sólo con el cliente local. No es suficiente. Lo que faltan son protocolos sanitarios que garanticen seguridad a los turistas. Por ejemplo, controles en el aeropuerto para evitar que lleguen contagiados", manifiesta Mauricio Carballeda, presidente de una de las asociaciones hoteleras más potentes de Balears, la de Palmanova-PalmanovaMagaluf.

"Balears está más tocada que el resto de España, ya que su actividad turística depende del tráfico aéreo", comparte el presidente de la Asociación Balear de Ocio Nocturno y Entretenimiento (Abone), Jesús Sánchez, quien asegura que este tipo de oferta recolocará su foco en el cliente local. "Tenemos la oportunidad de ser alternativa a verbenas y fiestas populares de pueblos que no se puedan celebrar este verano", dice.

Sánchez defiende que las discotecas y salas de fiesta, que no entrarán en funcionamiento hasta la última fase de la desescalada (no antes del 8 de junio), están preparadas para afrontar el desafío. "Ya tenemos personal que se dedica a control de acceso y servicios de limpieza intensiva, personal que en otros sectores no existe", dice Sánchez, que reclama más flexibilización de los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE): "No es sostenible para ninguna empresa que, si se reduce el aforo a un tercio, pueda retomar el 100% de la plantilla".

Mientras, la Federación Española de Asociaciones de Viviendas y Apartamentos Turísticos (Fevitur) cuestiona también la apertura de establecimientos cuando aún no se permite la libre circulación de personas y reclama más mecanismos de liquidez para evitar la desaparición de los sectores auxiliares del turismo.

Pequeño comercio

A partir del lunes ya entrarán en escena algunos negocios con cita previa, como las peluquerías, y posteriormente se irá generalizando la apertura de comercios.

"Pero no sólo se trata de abrir", tercia el presidente de la Asociación del Pequeño y Mediano Comercio de Mallorca (Pimeco), Toni Fuster, quien reconoce que "es posible que algunos negocios no abran".

"Habrá que tener en cuenta la movilidad de la gente, porque, si no se pueden mover y sólo se pueden limitar a un entorno de un kilómetro, no tiene sentido. No tenemos respuestas ante esto. No sabemos qué movilidad va a haber", argumenta Fuster.

Esa opinión de que la apertura por sí sola no es la panacea se amplía en las zonas turísticas. "Será imposible trabajar con estas medidas, porque no nos salen los números. Nos ponemos en riesgo de desaparición. Que al menos rebajen los impuestos, en función de la reducción del aforo", declara el presidente de los comerciantes turísticos de Acotur, Pepe Tirado.

Desde el sector de la restauración, Alfonso Robledo considera que esas limitaciones al aforo en las terrazas hacen inviable la actividad de los negocios.

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