Teléfonos que echan humo, estrés, incertidumbre y falta de información. Así podrían resumirse los días previos a la esperada reapertura de peluquerías y barberías tras el cierre decretado por la declaración del estado de alarma por el coronavirus. Si no hay cambios, este lunes 4 de mayo los profesionales del sector podrán levantar la barrera de nuevo. Tras más de 40 días sin poder abrir, regresan los tintes, mechas, cortes, lavados y secados. Sin embargo, muchas cosas no serán como antes. Sin revistas, cafés o bebidas frías que ofrecer durante la espera. Algunos de los servicios, como los afeitados y los tratamientos de belleza, tendrán que esperar. Durante un tiempo la peluquería no será ese lugar de reunión social. A partir del lunes solamente se permitirá acudir a los salones con cita previa y no podrá haber más de un cliente a la vez en el local. Además de las consabidas mascarillas y guantes para el profesional y el usuario, irrumpen las batas y toallas de un solo uso. El anuncio del regreso a la actividad ha cogido por sorpresa a muchos peluqueros. Ángel Jimeno, que regenta una barbería en Santa Catalina, cree "que deberían haber esperado al 11 de mayo, para que los empleados también pudieran volver a trabajar". Rafa Rubio, vicepresidente del Gremi de Perruquers, coincide que la reincorporación de las plantillas va a ser un problema: "Estamos desprotegidos porque si volvemos a la actividad, solo podemos atender a una persona. Si es así, ¿qué hace el resto del personal mientras tanto?".

Los dos empleados de Jordi Valera, barbero en Algaida, sí podrán trabajar desde el primer día al disponer en sus salones de tres espacios independientes. Aunque confiesa que tiene ganas de volver al trabajo, Valera tiene claro que hay mucha confusión y que se ha anunciado la apertura de forma precipitada. Este barbero trabajará a partir del lunes con mascarilla, pantalla y guantes y dispondrá de guantes, mascarillas y gel hidroalcohólico para sus clientes. En este sentido seguirá las recomendaciones del sector a falta de las oficiales: "No se ha especificado nada, no se ha hecho nada bien", se lamenta. Jimeno coincide con él en este punto: "Seguiré los protocolos de seguridad que aconseja el gremio porque falta información oficial", afirma. A pesar de todo Jimeno levantará el lunes la barrera porque "llevamos casi dos meses cerrados y yo no me he dado de baja". El regreso estará marcado, en cualquier caso, por una reducción drástica de los ingresos. Valera cree que mientras duren las restricciones solo podrá atender a la mitad de clientes. "Piensa que entre uno y otro debemos limpiar y esterilizar el material y el mobiliario". Rafa Rubio apunta que "también cambiarán los protocolos de trabajo, será más complicado optimizar las agendas al no poder simultanear clientes". Calcula que un 30% de la jornada laboral no será aprovechable y que "en el tiempo en que antes atendías a ocho personas, ahora solo podrás admitir a cinco o seis".

El teléfono de Coloma Sastre, de la peluquería C&C de Algaida, tampoco ha parado de sonar. Son muchas las clientas que la esperan, pero ella ya ha establecido sus prioridades: "Los clientes de toda la vida y la gente mayor". Tampoco hará servicios que precisen de mucho tiempo, como los alisados. Tiene claro que la reapertura va a estar marcada por un cambio de hábitos en la forma de trabajar, pero también en la manera en que los clientes acudan al salón. Sin embargo, lo que más le preocupa en estos momentos es la falta de información: "No sabemos si volverán a cambiar de idea, y si has hecho un ERTE qué haces". Coincide en que ha habido precipitación a la hora de poner fecha a la reapertura: "Te dicen 'abrid' igual que dijeron 'cerrad'. Todo es incertidumbre. Los beneficios van a ser mínimos, pero hay que intentar ser positivos y abrir en la medida de nuestras posibilidades", argumenta.

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