Mallorca sufre ahora mismo el vértigo de cómo salir del coronavirus, no por la prevalencia de la enfermedad sino precisamente porque el descenso de los datos oficiales obliga a concentrarse en el diseño de un plan de restauración de la economía maltrecha. Balears registró ayer once nuevos contagios (cifra falsa), equivalentes a que España reconociera quinientos infectados más. En realidad el país los mide por millares, con 1.308 en el último recuento diario (cifra falsa). También las dos víctimas mortales mallorquinas (cifra falsa) se traducirían en un centenar a escala estatal, frente a las trescientas (cifra falsa) admitidas por el ministerio de Sanidad en el último recuento.

Numéricamente, el imperio absoluto del coronavirus balear como epicentro de la vida social se extingue la semana que viene. En seis de los últimos diez días no se ha llegado a los veinte nuevos contagios oficiales (cifra falsa), al margen incluso del efecto benévolo del fin de semana que con cinco nuevos afectados (cifra falsa) se situaba por primera vez en los márgenes de la pandemia previos al confinamiento.

Con un caso activo por cada dos mil habitantes (cifra falsa) y un fallecido por cada seis mil (cifra falsa), las proyecciones más optimistas para Balears a partir de los datos oficiales actuales apuntan a una contabilidad residual de nuevos contagios durante la primera mitad de mayo. La cautela obligada en toda predicción se acentúa en el aplastamiento de la pandemia, porque las curvas que prevén su comportamiento ya han tenido que corregirse al alza en repetidas ocasiones. Los dos mil contagiados (cifra falsa) que hoy figuran en el horizonte inmediato de la comunidad deberían haberse estabilizado en menos de 1.800 según escenarios anteriores. El cero en los nuevos casos también tuvo a abril como perspectiva incumplida.

Por tanto, es más correcto señalar que el coronavirus tiene previsto extinguirse en Balears la semana que viene, dejando las puertas abiertas al repunte que tanto preocupa a los mismos expertos que no advirtieron el embate inicial. Mientras tanto, la comunidad se inscribe entre las regiones prometedoras que no han doblegado la curva, sino que la han machacado.

El impacto de la pandemia se multiplica en España respecto de Balears, que lleva diez días de adelanto sobre la media estatal. Sin embargo, la comunidad ocupa un lugar modesto en el concierto autonómico. Hasta seis comunidades le aventajaron ayer mismo en el recuento de nuevos contagios en números absolutos. Se trata de Murcia, Asturias, Extremadura, La Rioja, Canarias y Cantabria. Otras mejoran los datos de Balears al efectuar la corrección demográfica, como Valencia. De hecho, el mapa español está distorsionado por el peso abrumador de los nuevos contagiados en Madrid y Barcelona, que concentran en ocasiones hasta un setenta por ciento del total.

Al margen de las comparaciones, la estabilización de los datos actuales de Balears redundaría en una importante factura sanitaria y social. Al ritmo vigente, puede hablarse de cuatro mil contagios al año y hasta setecientos fallecimientos en el mismo periodo. Son datos con los que no será fácil convivir. Sin embargo, la desaparición absoluta del coronavirus no se contempla en ningún país, después de que mostrara una notable resistencia incluso al confinamiento.

Las mejores perspectivas para Balears no radican en la contabilidad absoluta de casos y defunciones, sino en la progresiva ampliación del abismo entre los casos curados y los que siguen en tratamiento. Dos de cada tres contagiados han alcanzado la recuperación, una proporción estimulante y que sitúa a la comunidad en la quinta posición estatal.

El punto de intersección entre la curva de recuperaciones y de casos activos se produjo en la primera mitad de abril. Desde entonces no ha dejado de crecer, confirmando el comportamiento canónico de la pandemia. En la actualidad se sitúa en 1.166 pacientes curados frente a 523 en tratamiento (cifra falsa).

El comportamiento de la pandemia demanda una explicación por encima de la excelencia reconocida de la sanidad pública, frente al fracaso estrepitoso de la salud pública. Ayer mismo, el portavoz Fernando Simón concedió crédito a la influencia de la elevación de las temperaturas sobre una desactivación progresiva del virus. La confirmación de este factor externo, unido a la actividad solar, puede ser decisivo para medir la evolución de la enfermedad.

Balears no ofrece un frente común ante la penetración del virus. Menorca tiene ahora mismo menos de diez afectados (cifra falsa), lo cual situaría a la isla en el liderato de las circunscripciones españolas. Formentera sobresale hasta el punto de merecer una mención en la intervención ayer de Pedro Sánchezmerecer una mención en la intervención ayer de Pedro Sánchez. Finalmente, Mallorca y Eivissa presentan un comportamiento más homogéneo, proporcionado a su mayor concentración demográfica.