Partamos de una premisa incontestable: la reactivación del turismo pasa por garantizar la seguridad sanitaria tanto de los receptores como de los visitantes, tanto de los ciudadanos de Balears como de los turistas que nos visiten. De una parte, no vendrán turistas si persiste el temor generalizado a la pandemia. Y de la otra parte, tampoco los residentes en las islas aceptarán visitantes que supongan un riesgo de rebrote. Esta es la premisa para la que quiero proponer una solución que de antemano sé que será controvertida.

Por un gran pacto público-privado

Los efectos económicos de la pandemia del corona virus en Balears están siendo demoledores. El Govern balear recientemente anunció un impacto del 31,6% en el PIB que se traducirá en una pérdida de 9.273 millones de euros y de 150.000 puestos de trabajo. Por su estacionalidad, el daño será tanto mayor en el negocio turístico.

No parece razonable planificar una reactivación en función de una hipotética respuesta de un turismo nacional empobrecido que además utilizará el vehículo propio para desplazarse. Con toda probabilidad la temporada turística 2020 está cerrada y fallida. Centrémonos en planificar la reactivación para el 2021.

Corresponde a todos los poderes públicos tomar las medidas presupuestarias precisas a partir de la realidad aplastante de la hibernación definitiva del sector, en sus dos aspectos de ingresos y de gastos. La recuperación de la actividad turística exige liquidez; y la liquidez se obtendrá a partir de la activación de los créditos y del aplazamiento de los tributos. La reacción debe ser rápida mientras los tipos de interés permanezcan asequibles y la prima de riesgo controlada.

Se impone la colaboración de todos. Del sector público y del privado. Todos los partidos políticos deben pactar un libro blanco con medidas urgentes y, entre ellas, la primera debe ser la ejemplaridad de los cargos políticos. Ya habrá tiempo para que el Parlament recupere el debate y el control del Ejecutivo. Todas las administraciones, la interinsular, las insulares y las municipales deberán endeudarse a cambio de aplazar sus ingresos tributarios. De no hacerse así, quienes quebrarán serán las empresas y los ciudadanos. Y la proliferación de concursos se traduce en una futura reducción de sujetos contribuyentes. Para que haya empleados es necesario que haya empleadores. Y para que haya empleadores es preciso que tengan fondos a fin de poder atender las cargas salariales.

Del mismo modo, debe exigirse la colaboración del sector privado que habrá de madurar en el cumplimiento de la ley, la progresiva desaparición de la economía sumergida y el abuso de contratos de trabajo ilegales. Ni siquiera la corrupción justificaría la defraudación. La demanda de financiación crediticia y el aplazamiento de las obligaciones tributarias tienen que tener la contrapartida de la conservación de los puestos de trabajo.

Este esfuerzo se acrecienta en el sector turístico. Tal vez las grandes cadenas dispongan de recursos para sobrevivir pero las pequeñas y medianas empresas del sector carecen de reservas para evitar una quiebra anunciada.

La temporada turística 2021

La temporada turística 2021 debe ser el difícil objetivo a preservar. Alemanes y británicos que constituyen el grueso de nuestro turismo, estarán como nosotros en plena crisis económica.

Nadie podrá garantizar la seguridad sanitaria. A un año vista, el Covid 19 no estará aún vencido porque ninguna farmacéutica augura una vacuna fiable a un año vista; y, aún entonces, debería fabricarse por centenares de millones de dosis para suministrarse a la población mundial.

Así pues, si resulta que para la temporada 2021 no estaremos vacunados y, en consecuencia no podremos garantizar la seguridad sanitaria de nuestros visitantes, ¿cómo planificar la salubridad de la temporada turística 2021?

El pasaporte sanitario

En este escenario de convivencia con el Covid 19, se impone acreditar la salud tanto de los receptores como de los visitantes. Y para este objetivo no existe otra alternativa que el pasaporte inmunológico.

Del mismo modo que el 11S modificó los hábitos para viajar e incrementó los controles de seguridad de los viajeros, la pandemia del coronavirus alterará las condiciones de salubridad para embarcar en un avión o en un barco. Todos aceptamos pasar por severas medidas de seguridad en los aeropuertos. De igual forma se tratará de someterse a un test rápido de salubridad. Aunque no ofrezca la fiabilidad del PCR, el examen de los viajeros mediante un test de antígenos es un procedimiento rápido, económico y fácil de ejecutar en el propio aeropuerto para detectar quién debe excluirse del embarque o del desembarque por dar positivo.

Por supuesto que previamente los ciudadanos de Balears deberíamos habernos sometido a tests masivos de PCR para detectar y aislar los casos positivos y mejor contener así la infección a fin de garantizar salubridad a nuestros visitantes. Del mismo modo, el Govern debe comenzar a elaborar medidas que aseguren especiales normas de higiene en los establecimientos hoteleros: Con la participación de todos los sectores afectados y con un previo estudio serio y mil veces reflexionado para evitar improvisaciones y rectificaciones.

Me doy cuenta del stress de lo que propongo. Viajar se va a convertir en una odisea que exigirá acudir al aeropuerto con tres o más horas de antelación. Pero no existe otra alternativa si lo que se quiere es salvar la temporada turística del 2021.

Contrarias a mi propuesta, se empiezan a oír voces que claman en favor de aprovechar esta crisis para cambiar el modelo turístico. No es el momento. Ahora se trata de salvar el barco de su hundimiento porque si se hunde, no habrá modelo que cambiar. Ya habrá tiempo para llevarlo al astillero, si fuese preciso. Ahora bien, nunca ha dejado de sorprenderme la paradoja de que sean los sectores más progresistas de Mallorca quienes utilicen el eufemismo del "turismo de calidad" para evitar decir la verdad: identifican "calidad" con turistas ricos. O lo que es lo mismo, no quieren turistas proletarios y mochileros. Habría que cambiar muchas mentalidades: En Niza, Capri o Sain Tropez las playas están limpias de fecales, los museos no cierran de 14 a 16 horas; las terrazas de los restaurantes tienen unas marquesinas exquisitas y sus camareros no te acucian para acabar de cenar a las once. Y, por supuesto, todos estos lugares garantizan el destino finalista de la tasa por alojamiento turístico.

Consecuencias jurídicas del pasaporte sanitario

Coincido con los profesores que ya se han manifestado contra una medida como la que propongo , si fuese obligatoria, invadiría el derecho constitucional a la intimidad. No cabe exigir a nadie que se someta a una prueba sanguínea que quede almacenada en el chip de un carnet sanitario. Los test PCR habrían de ser masivos para ser eficaces pero voluntarios para ser legales.

Ahora bien, el estado de alarma declarado afecta al derecho de libre desplazamiento que no se puede suspender pero sí limitar. Viajar es un acto voluntario que exige cumplir unos ciertos requisitos de seguridad a los que habría que añadir otros de salubridad. El test de antígenos se reflejaría en un documento habilitante para el viaje o el desembarque inmediato pero no tendría por que almacenarse en ninguna base de datos perpetua.

Conforme al artículo 149.20 y 21 de la Constitución, el transporte aeroportuario es una competencia exclusiva del Estado. Recalco este precepto porque mi propuesta excede la competencia del Govern balear. Sin embargo, el Parlament tiene legitimación activa para remitir a la Mesa del Congreso una proposición de ley ex artículo 87.2 de la propia Constitución.

No nos podemos permitir otra temporada turística como la actual, otro año de empobrecimiento y paralización total de nuestra economía. Parecería que los políticos europeos compitan en acreditar quién llego menos tarde a la toma de decisiones. De un político cabe esperar algo más que la simple administración de la realidad que se va imponiendo. A un político se le ha de suponer capacidad de anticiparse a los problemas, de proponer soluciones a problemas futuros, de liderar y convencer a la población de que el esfuerzo de hoy puede significar el bienestar de mañana. Nunca vivimos una situación como esta. Superarla exigirá mucho espíritu de Dunkerque.