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Análisis

Hay que nacionalizar el transporte aéreo

Cuando usted paga cien euros por un billete, la compañía aérea cobra en realidad cuatrocientos euros por su asiento. Es innecesario pero...

Hay que nacionalizar el transporte aéreo B. Ramon

Cuando usted paga cien euros por un billete, la compañía aérea cobra en realidad cuatrocientos euros por su asiento. Es innecesario pero pertinente añadir que los otros trescientos son abonados a escote por quienes no volamos con usted. Muy grave ha de ser la situación para que haya escandalizado a la inmutable Comisión Nacional de la Competencia, que reclamaría la definición más exacta de Comisión de Defensa de los Oligopolios.

Alguien debería explicar por qué la subida artificial de las tarifas aéreas para estrangular a los ciudadanos es legal, si cualquier forma de denominarla con exactitud conllevaría una denuncia por calumnias. A esos precios que cuadruplican el abonado por los residentes mallorquines, la única diferencia entre el avión de una compañía privada y un autobús público es a favor del segundo. Por tanto, la tabla rasa impuesta por el coronavirus facilita la nacionalización del transporte aéreo, un sector esencial para quienes insisten en que Mallorca forma parte de España.

Ya nadie se horroriza por la estatalización de facto y a mansalva que ha impuesto la economía del ERTE. Más de un país europeo, incluida la sacrosanta Alemania, se plantea la liquidación de la manía de volar como actividad gestionada por quienes se han descompuesto con las turbulencias de la pandemia.

Cuesta creer que la aviación pública practique un vampirismo superior a la privada. Las empresas acusadas de prácticas dudosas por la Comisión de preservación de sus privilegios son hoy apenas un manojo de deudas, y sus trabajadores conservan la pericia profesional. ¿O alguien cree que el pacto diferido entre Iberia y Air Europa vale el papel en que está escrito?

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