Aunque solo hay que cruzar la calle para llegar a casa de sus abuelos, donde comen imperativamente cada Domingo de Pascua, la familia Pascual Serra, de sa Pobla, se quedó, ayer, en la suya. Isabel y Maria Magdalena Serra no pudieron compartir con sus primos el típico manjar que, por primera vez, cocinó Joana Maria Pascual: el frit de Pascua. "Ha sido raro porque, aunque ya nos hayamos acostumbrado a esta situación, siempre hemos comido toda la familia en casa de mis padres. Hemos pensado mucho en ellos, porque son los que no pueden salir y están más solos", explica Joana Maria, y cuenta que su madre, Magdalena, cada Domingo de Pascua, preparaba religiosamente la comida, ponía la mesa y reunía a todos los familiares a la hora de comer, después de la misa del Ofici y la procesión del Encuentro -en la que desfila, por un lado, una imagen del Cristo resucitado y, por otro, una de la Virgen María hasta que se topan-. Aunque fue de una manera diferente, Magdalena estuvo presente este día con sus hijos (el menor, Pedro, pasa el confinamiento con los Serra Pascual) y nietas. Su hija necesitó de su sabiduría gastronómica para conocer la cantidad exacta de los ingredientes y algunas notas sobre el proceso de elaboración del plato para "salvar" la comida familiar, celebrada esta vez en petit comité.

"Mi abuela cada día me pregunta si esto ya ha acabado", cuenta Isabel, que asegura que aún ahora, después de un mes confinados, cuando se saludan de puerta a puerta su abuela arranca a andar para abrazarla: "¡Que no podemos!", le dice siempre. "Lo lleva muy mal", señala la nieta.

En Alaró, Catalina Borràs, de 96 años, pasó sola el domingo. Cuenta que la tradición alaronera del día de Pascua empieza por "levantarse pronto". Es a las ocho y media de la mañana cuando se celebra la procesión del Encuentro y, después, la misa de Pascua. Sobre las once se merienda junto a la familia de frito mallorquín, que normalmente se cocina el día anterior, panades y robiols. "En Alaró, señala Borràs. "Nunca me había imaginado comer el frito en una mesa sola cuando siempre somos unos veinte. Tampoco imaginé no escuchar la banda de música y ver las calles repletas de gente", cuenta, y asegura que "el año que viene habrá que celebrarlo el doble".

CONTENIDO_RELACIONADO

  • Rezar en confinamiento

FIN_CONTENIDO_RELACIONADO