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Boulevard

Increpan a Armengol en el Olivar por no llevar mascarilla

Mallorca intenta declarar la independencia viral para satisfacer a sus empresarios turísticos, pero nadie va a creerse los datos estadísticos procedentes del país con más víctimas del planeta

Una parte de Mallorca sigue siendo promocionada en medio de la crisis por Wayne Griffiths, altísimo cargo de Seat.

El sábado de la semana pasada se produjo en Palma un choque entre dos mujeres de carácter. La discrepancia tuvo por escenario el Mercat de l'Olivar, donde ambas habían acudido a efectuar la compra como todos los mallorquines que aprecian su tierra. La primera se encontró con la segunda, que era Francina Armengol y que compraba sin mascarilla ni guantes.

Ni corta ni perezosa, la ciudadana le indicó a la presidenta del Govern que debería dar ejemplo y adoptar las medidas de seguridad apropiadas en tiempos de coronavirus. Armengol le replicó que se hallaba en el Mercat como particular, y no en su condición de política. Este argumento no disuadió a su interlocutora, que le dijo que esa visita no oficial era una razón de más para dar ejemplo a los mallorquines. A lo cual replicó la inquilina del Consolat que cubrirse la boca no era obligatorio, por lo que podía ir así por la calle.

Imaginen que dos meses atrás hubiéramos anunciado esta escena, y ahora insistan en que nada ha cambiado en el mundo. En cuanto a mi postura, está más cercana a la presidenta libertaria. No soy un entusiasta de mascarillas y guantes, pero qué sabré yo. Sin embargo, me sorprende que una farmacéutica no disponga de argumentos más precisos. Y sobre todo, la aparente anécdota intrascendente alienta un trasfondo de alta política.

El encontronazo no solo declara abierta la exigencia de responsabilidades a los políticos de la pandemia. Sobre todo, Armengol no hablaba como "particular" ni mucho menos como científica, sino como portavoz de sus empresarios turísticos. Su oposición a las mascarillas enlaza con la argumentación de los jerarcas de Aena, que desde sus despachos prohibían la protección a las trabajadoras cara al público "porque daban mala imagen".

No se pueden grabar vídeos promocionales de la isla con personas en traje de baño y mascarilla. Entre Armengol y el Doctor Arranz de "el coronavirus no es muy peligroso", que también desaconseja la mascarilla obligatoria, intentan declarar la independencia viral y virtual para satisfacer a los hoteleros. Desean interrumpir el sojuzgamiento a Madrid para "rebajar las medidas de confinamiento en los archipiélagos". Olvidan que nadie va a creerse los datos estadísticos del país con más víctimas del coronavirus. Como decía el gran Pere Morey, "España es un mal negocio para Mallorca".

El virus no nos ha transmitido la idea de lo irreversible, sino de que nada es irreversible. Recuerden el despotismo de la Autoridad Portuaria, presumiendo de que no podía cancelar un solo crucero envenenador porque los tenía comprometidos hasta 2050. Recuerden la soberbia de Aena, jactándose de que habría más vuelos que nunca y de que ampliaría el aeropuerto por donde le viniera en gana. La lección para la ciudadanía no es que un mocoso virus haya neutralizado a dos organizaciones siniestras, sino que la protesta ciudadana tiene el poder de frenar las locuras de sus hoy aterrorizados dirigentes. Los mallorquines deben reconstruir la nueva Mallorca desde cero cruceros y cero vuelos.

Siguiendo con Armengol y con las víctimas mortales del coronavirus, ha fallecido Alfonso Cortina. Pudo haber sido el gran empresario discreto que convirtió a Formentor en el centro de la política mundial con sus Foros Repsol. Por desgracia, quiso construirse un mausoleo en la zona. Ojalá el petrolero hubiera vivido veinte años más, y Villa Cortina veinte años menos. Me citó por intermediarios en el hotel Portixol para explicarse:

—Yo me he comprado una casa, no me he comprado un problema.

La mansión fue ajardinada por la entonces pareja de Armengol. Pinos traídos de Grecia, la mayor factura de jardinería para una vivienda unifamiliar de la historia de Mallorca, cuyo Consell estaba presidido entonces por...

Ahora mismo, una página entera de la revista Time se consagra a Mallorca por el lanzamiento del deportivo Formentor de la marca Seat-Cupra. Wayne Griffiths, vicepresidente de la automovilística, anuncia que "ya lo he conducido y será sensacional, un coche especial para gente especial". Una isla especial para gente especial, que no necesita publicidad porque son otros quienes la utilizan incluso a cachos para promocionarse.

Reflexión dominical modesta: "Quién soy yo para creer en Dios".

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