El día 1 de marzo nada hacía pensar que dos semanas más tarde se decretaría el estado de alarma en Españaestado de alarma en España. Es por esto que Bartomeu Miró, continuó con los planes del viaje que había organizado tiempo atrás a Tasmania. En la isla australiana reside un amigo suyo y allí tenía previsto quedarse hasta el 31 de marzo. Después de tomar cuatro aviones y pisar tres aeropuertos, Bartomeu Miró llegó a su destino.

"Cuando pasé por Singapur, en el aeropuerto, ya nos hacían controles de temperatura, sin embargo, cuando regresé a España, estando ya en estado de alarma no había ningún control de este tipo", comenta extrañado Miró. Los planes de su viaje comenzaron a torcerse a mediados de marzo. El día 14, viendo las noticias que llegaban desde nuestro país decidió ponerse en contacto con la Embajada: "Tardaron un día en contestarme y me dijeron que no había ningún problema". Dos días después, el discurso cambió radicalmente: "Empiezan a recomendar que regresemos.La sensación que ofrecen es que están desbordados. Contacté con la aerolínea, Swiss Airlines, y se niegan a cambiarme el billete sin coste si no era cuatro días antes de mi vuelo". Así las cosas, Miró continuó con su estancia en Tasmania.

En Australia a partir del día 15 se empezaron a implantar medidas como el cierre de museos y cines, pero no se impedía la circulación de las personas. Llega el momento en que Swiss Airlines cancela el vuelo de regreso. "Me paso horas intentando hablar con compañías aéreas para conseguir un pasaje de vuelta.Se añaden escalas y aviones que tomar, hasta siete, cuando lo habitual son cuatro", explica.

Cuantos más aviones debe tomar para regresar, más cancelaciones sufre. Los precios son desorbitados, entre 3.000 y 10.000 euros, y no hay garantía de que las aeronaves, finalmente despeguen.

Miró se plantea entonces quedarse en Tasmania ya que tiene permiso de estancia hasta el 2 de junio. Sin embargo, el gobierno local endurece las medidas. El día 26 de marzo anuncia que todos los turistas tienen tres días para abandonar la isla. "El tono es beligerante", recuerda Miró. "Querían que nos fuéramos, pero había cancelaciones masivas y precios altísimos".

Contactar con el director general de Exteriores de Govern, Antoni Vicens, fue "un acierto porque me daba información ajustada a mi situación y no generalidades como la embajada". Finalmente, Qatar Airlines llegó a un acuerdo con el gobierno de Australia para fletar siete vuelos hasta Doha y de ahí vuelos hacia Europa. "Los pasajes se agotaban rápidamente. El primer billete que pude comprar, por 1.500 euros, fue para el día 31".