La formación en animación sociocultural que recibió hace años y su interés por la música vivida de cerca (en su caso en Barcelona) han sido las referencias principales en su trayectoria profesional. Es el impulsor y coordinador del proyecto Indigestió, dedicado a la reflexión y acción en el ámbito de la cultura con perspectiva no sectorial, y, en este contexto, es el responsable principal de la revista Nativa (nativa.cat). En los últimos años se ha interesado especialmente por el acercamiento entre la economía social y la cultura, cosa que se refleja, entre otras cosas, en el proceso compartido con otras personas para la constitución de una cooperativa de consumo cultural cercana a Indigestió.

P ¿Qué opina del hecho que el sector cultural pida medidas específicas para hacer frente a la crisis derivada del Covid-19

R No he podido mirarlas con suficiente profundidad. He visto superficialmente algunas demandas empresariales y también he visto algunas que tenían que ver directamente con trabajadores de la cultura, que no es lo mismo, como las del sindicato de músicos. En cualquier caso, como pauta general y en relación a la crisis actual, tiendo a pensar que tienen razón los que reclaman que las ayudas deberían llegar directamente a las personas y no a los supuestos intermediarios. Ya hemos visto en el pasado cómo las ayudas a las empresas, a los bancos, a lo que llaman "economía", no llegan nunca abajo. Y me cuesta imaginar mayor beneficio para una persona que trabaja en cultura que no tener que pagar alquiler de su vivienda, estar exento de pagar autónomos o tener un ingreso por cuarentena, que son demandas de cariz general. No me imagino ninguna medida sectorial que le saliera más a cuenta que las generales que he mencionado.

P Usted defiende la renta básica universal. ¿Por qué cree que la reivindicación de la misma podría venir de la comunidad artística?

R Sin ser economista ni experto en estas cuestiones, me atrae de la renta básica universal que es la única medida que conozco que, en su concepción, reconoce que el trabajo ya no puede ser el dispositivo que articule nuestro derecho a vivir, cosa que me parece una evidencia, viendo el paro estructural, la cantidad de trabajos basura existentes, la precariedad de muchos empleos y el hecho de que ni siquiera trabajando tienes garantizada la subsistencia. Si la vida se articula con dinero, y la inmensa riqueza que hay en el mundo se genera y acumula por mecanismos que no tienen que ver con el trabajo, será necesario encontrar formas de distribuir el dinero diferentes al trabajo, y creo que la renta básica incide en esta perspectiva. A la renta básica universal, bajo mi punto de vista, le falta una base social que la reivindique fuera de la academia. Ésta podría construirse desde muchos lugares, pero yo creo que las personas que trabajamos en cultura tenemos una conciencia y conocimiento sobre la crisis del trabajo, precisamente por las particularidades de nuestra profesión y economía, que nos hacen aptos para tomar la iniciativa en esta demanda para todo el mundo. Por otra parte, también sería un posicionamiento que se relacionaría mejor con una concepción de la cultura en la que se reconociese la creación cultural como algo sistémico, que no sólo es una "producción" de los creadores y las empresas, sino del conjunto de la sociedad. Con la vida garantizada, seguro que tendríamos una vida cultural más rica.

P ¿Considera que esta renta debería ser aplicada sólo como medida temporal en tanto dure la crisis sanitaria?

R No, la defiendo para siempre, sólo celebro que ahora haya un poco más de consenso para imaginarla. Por otra parte, tampoco creo que la crisis sanitaria sea temporal. Servirá de excusa para esconder otras crisis del sistema que ya venían y también para justificar un futuro precario si no espabilamos.

P ¿ Se ha reforzado estos días el carácter sectorial y lobbista de la cultura, incidiéndose en la visión de la misma como un sector productivo?

R En todos los sectores hay lobbies y me parece lógico que la gente que piensa y vive la cultura principalmente como un sector económico también se organice así. También es cierto que es un sector con una economía muy particular, que ya estaba maltrecha antes de la crisis del Covid-19 y que ha recibido los impactos de la crisis antes que nadie, con las suspensiones de actividades culturales, así que me parece normal que exista la necesidad de manifestarse desde estas singularidades. Más allá de eso, yo tengo diversas enmiendas a la visión sectorial de la cultural. La primera es que, puestos a pensar en términos sectoriales, la gente que trabaja en cultura, tradicionalmente, hace muy pocas diferencias entre empresarios y trabajadores, por ejemplo, y yo creo que sería bueno que se reconociesen diferentes situaciones y necesidades. Se insiste mucho en la unidad y yo creo que falta visión sobre la desigual distribución de roles y riqueza. La segunda es que, en la práctica, la actividad cultural no sólo es patrimonio de la gente que se relaciona profesionalmente con ella. También hay actividad semi-profesional y actividad amateur, en muchos casos por opción, no porque no hayan podido acceder al mercado... Y puestos a pensar en las necesidades de la cultura sería necesario contemplar estas realidades. La tercera es que encuentro negativo que sólo tenga voz para hablar de cultura la gente que trabaja en cultura, y aquí quizá el problema no está sólo en el sector sino en la falta de posicionamiento de los que no son sector. Sabemos que la salud no es sólo un problema del sector sanitario, y hay organizaciones de enfermos, y la gente de un barrio se puede movilizar si le tocan un CAP porque lo viven como necesidad. La comunidad educativa también se piensa como algo que va más allá de los problemas de educadores y educadoras o de empresas dedicadas a ello. Sobre el medio natural intervienen tanto organizaciones de payeses como ecologistas. El debate cultural es mucho más restringido, oímos principalmente las voces de empresas culturales y de creadores y creadoras, pero faltan otros agentes.

Foto: Cristina Tascón

P Y cuando algunos grupos de ciudadanos o activistas culturales han pedido participación, ésta ha sido instrumentalizada y después neutralizada por las instituciones. El diálogo ahora vuelve a ser con el sector. Los interlocutores son unos pocos, se supone que para atender la emergencia.

R Creo que quizás te refieres principalmente a la realidad de Mallorca, que no conozco lo suficiente para opinar. Más en general, es posible que en los últimos años haya habido intentos, principalmente en algunos ayuntamientos, para abrir el debate sobre la definición de las políticas públicas en cultura y que estos no hayan dado resultados notables. Me parece que en ello se mezclan múltiples factores que no sé si soy capaz de resumir: falta de conocimiento por parte de nuevos políticos sobre el marco institucional, que además se ha complicado con recientes reformas administrativas, una inercia -global, no sólo pública- de muchos años con una misma visión de la que no nos hemos desprendido, falta de imaginación, falta de experiencia en esto que llamamos participación en el ámbito de la cultura... Y, en la línea de lo que respondía a la anterior pregunta, creo que el problema no está solamente en la gestión política sino que también está en la configuración de todo el sistema de agentes que intervienen en ello. En cualquier caso, en positivo, en los últimos años posiblemente se ha abierto por primera vez en mucho tiempo espacio para la duda y el debate sobre lo que deben ser las políticas culturales, se ha roto el discurso único. Por otro lado creo que cualquier gesto de apertura en esta participación institucional de la que hablamos -que no es toda la participación imaginable- tiene que ir acompañado de capacidad y disposición política para distribuir recursos de otra manera y de establecer unas reglas distintas. Si se abren procesos consultivos que no van acompañados de esto se genera frustración. Finalmente yo echo de menos ideas e iniciativas que piensen más en la autogestión con vocación pública, y no tanto en la gestión de lo público estatal.

P Por cierto, ¿cómo cree que debería ser o calcularse la renta básica?

R Sobre esta cuestión sólo quiero dejar claro que la renta básica universal es un ingreso incondicional para todo el mundo, para todas las personas. Hay muchas otras ideas y fórmulas que no tienen nada que ver con esto, como la renta mínima de subsistencia, o incluso la renta para artistas que existe en algunos países. Estas son medidas diferentes e incluso contradictorias con algunos principios de la renta básica universal. Para saber más, creo que lo mejor es consultar la Red de Renta Básica ( http://www.redrentabasica.org/rb/), donde hay mucha información.

P ¿Por qué dice sobre Byung-Chul Han y Zizek que ni fu ni fa?

R Era una broma en las redes sociales para manifestar que me parece que hay cierta precipitación por parte de algunos intelectuales por tomar posición y explicar el presente. Si tomé a estos dos como diana es porque su rollo de pensadores "pop", con declaraciones espectacularizadas y demás, los hace representantes dignos de eso mismo que quería cuestionar.

P ¿Qué opina de las propuestas culturales que han surgido online ?

R Es complejo. Se han abierto debates muy interesantes. Sólo me atrevo a hacer de testimonio de algunas voces que he oído. Por un lado, en el plano más económico, ha habido reacciones tan rápidas como las de Byung-Chul Han y Zizek de gente que se ha lanzado a vivir el momento haciendo conciertos en streaming y demás, que a su vez ha generado rechazo por parte de artistas que son conscientes de que hay un debate pendiente sobre el reparto de riqueza en las redes sociales, principales vehículos para estos conciertos, que además se hace más exacerbado cuando precisamente coincide con una caída de ingresos por conciertos y festivales suspendidos. Por otro lado, en el plano más cultural, tanto he visto gente que recibía con alegría la experimentación con esta situación y recursos, como gente que ha señalado que esta respuesta la saturaba, que ahora no tenía ánimo para producir o consumir. Particularmente yo estoy entre los que, pese a disponer de mucho tiempo, estos días de confinamiento no estoy muy abierto al consumo cultural, no tengo el ánimo adecuado para esto. Para mí, no sé si esto es extrapolable a muchas personas, el confinamiento no es un espacio de "aburrimiento" que necesito llenar de propuestas, sino que se parece más a un tiempo lleno, con algunas angustias, donde al final, por ejemplo, no te cunde el tiempo para leer y escribir. Y de ahí quizás podríamos abrir preguntas interesantes, como la de si no es posible que la necesidad de decrecimiento en la producción de bienes materiales que parece obvio que demanda el planeta, también debiera ir acompañada de un cierto decrecimiento en la producción cultural. O, al menos, de otro tipo de producción y consumo, adaptados a otro ritmo de vida.

P Por último, si Byung-Chul Han y Zizek ni fu ni fa, ¿a quién recomienda leer en este confinamiento?

R Después de lo dicho sobre las prisas en dar explicaciones del momento y de la necesidad de bajar el ritmo y consumo, no sería muy coherente que me lanzara a recomendar prescriptores...

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