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Comercio

Los estancos de barrio disparan su caja pero los del centro se hunden

La mayoría de estos comercios aumentan sus ventas porque los fumadores consumen más

Si para un fumador es una misión muy complicada abandonar este hábito en una situación normal, ya se hace imposible en un periodo de confinamiento, en el que debe permanecer todo el tiempo en su casa. Y debido a que son millones las personas que padecen este hábitomillones las personas que padecen este hábito, el Gobierno, dentro de las medidas que acordó al declarar el estado de emergencia sanitaria, fue obligar a los estancos a permanecer abiertos, es decir, son de los pocos comercios que pueden seguir vendiendo sus productos.

Pero esta decisión no ha supuesto el mismo resultados para todos los estancos de Palma. Los hay que han multiplicado hasta por tres sus cajas diarias, pero hay otros que están prácticamente en la ruina, con la esperanza de que esta situación de emergencia sanitaria pase y se vuelva a la normalidad. El resultado depende mucho de la ubicación del comercio. Los estancos que están en la zona centro de Palma, y que se nutren sobre todo de clientes de paso o de trabajadores de comercios, estos días lo están pasando francamente mal, con caídas espectaculares de la recaudación. En cambio, los que están ubicados en las barriadas del extrarradio de Palma se están aprovechando del cierre de todos los bares que también venden tabaco y nunca habían vendido tanto como hasta ahora. Y es que los fumadores continúan consumiendo muchos cigarrillos al día, sobre todo si están encerrados en casa, pensando las consecuencias que conllevará esta crisis, y muchos hacen acopio de cajetillas de tabaco para que no les falte. De momento no hay constancia de que ni uno solo de los estancos de la ciudad tenga problemas de abastecimiento de tabaco, sino más bien todo lo contrario.

Uno de los que están preocupados por la situación es Roberto Aguiló. Dirige el estanco que está situado en las Avenidas, en pleno centro, y estos días ha perdido casi el 80% de la recaudación. Esta situación se debe a que sus clientes son empleados de las oficinas ubicadas en los alrededores y de gente de paso. Y estos días, tanto oficinas como comercios, están cerrados y apenas nadie transita por la calle. Por lo tanto, son pocos los que compran tabaco. Este producto, que suministra el propio Estado, da muy poco margen de beneficio al comerciante que lo vende y, a pesar de ello, Roberto Aguiló se ha planteado el reto de subsistir, aunque la caja ha caído en picado. Si bien es cierto, según explica, que entra menos gente, el cliente compra más tabaco "porque no se quiere quedar en casa sin cigarrillos, ya que es también un producto de primera necesidad". Y para que el negocio se mantenga al comerciante no le queda más remedio que vender otros productos complementarios para poder subsistir, ya que dan mucho más margen de beneficio.

Cajas triples

Otros estancos de Palma, en cambio, despachan tabaco como no lo habían hecho nunca. Es el caso del comercio que está ubicado en la calle Manacor. En este estanco la entrada de fumadores es continua e incluso muchos clientes aguardan en la calle el tiempo que sea necesario para que les atiendan. Y es que prefieren esperar antes de quedarse sin tabaco. La dependienta es Patricia Valens, que asegura que nunca había vendido tanto tabaco como estos últimos días. De hecho, en un solo turno despacha tanta mercancía como antes lo hacía en una jornada entera. "La mayoría de clientes se llevan una media de tres cajetillas, cuando antes solo compraban una. Muchos solo salen de casa para comprar tabaco".

Al igual que en otros comercios, para evitar el contagio del coronavirus, en este estanco se han adoptado las medidas de seguridad que aconsejan las autoridades sanitarias. Y por ello no se permite que dentro de la tienda, que además de tabaco se venden otros productos, se acumulen más de dos clientes a la vez. "A la gente se la nota mucho más nerviosa por todo lo que está pasando y estos días fuman más que nunca. Los clientes me cuentan que están muy preocupados por todo lo que está ocurriendo, que mientras están en casa se pasan el día pensando y que no dejan de encender un cigarrillo tras otro", cuenta Patricia mientras cobra un cartón de tabaco rubio a una mujer.

Este estanco, como la mayoría de estos comercios, vende tres paquetes de tabaco rubio por uno de negro, y hasta ahora no han tenido problemas de abastecimiento. Ella misma reconoce que esta situación le preocupa y ha aumentado su nivel de consumo de tabaco. Antes fumaba un paquete y medio al día, y ahora consume tres.

Victoria Berna es la propietaria de un estanco, abierto 24 horas, que está ubicado en un lugar estratégico del barrio de la Soletat. Este negocio cuenta con una plantilla de doce trabajadores y de momento no se plantea realizar ninguna regulación, dado que las ventas se están manteniendo, e incluso aumentan ligeramente en estas últimas fechas. Frente a este estanco, que además de tabaco también vende otros productos de alimentación e higiénicos, la cola de clientes que espera turno para ser atendidos es continua. Y por ello, las dependientas no paran de vender tabaco. Sin embargo, la propietaria asegura que estas últimas semanas han detectado una pérdida de clientes y calcula que son más de 400 personas, que antes entraban a comprar y ahora no lo hacen. Aún así, los que compran tabaco ahora compran más cajetillas y, de paso, también se llevan otros productos que les ayuden a pasar tantas horas de encierro. "Estos días la venta es diferente. Al estar abiertos las 24 horas del día, cuando cierran los supermercados, mucha gente entra y se lleva otros productos, además de tabaco. Por ello, pese a que entra menos gente, nuestra caja se mantiene", asegura. "Al principio solo vendíamos por la ventanilla que utilizamos por la noche y se acumulaba tanta cola en la calle, que decidimos abrir la puerta y dejar que entrara cliente por cliente", asegura la propietaria de este comercio de la Soledad.

En el lado contrario de los vendedores de tabaco están los consumidores, que consideran que los cigarrillos son un producto para ellos tan importante como podría ser la alimentación. El ejemplo de ello es Monserrat Carreras, que ha aprovechado que ha salido de la calle para ir al supermercado a comprar comida y, de paso, hacer acopio de tabaco. Ella directamente compra un cartón de tabaco, a pesar de su elevado precio. "Fumo mucho más que antes y eso que dentro de casa no puedo hacerlo porque está mi madre y es mayor. Me pasó mucho tiempo fumando en la terraza o en el balcón. Estoy fumando el doble que antes".

Lo mismo le pasa a Margareth, que un paquete de tabaco rubio no le dura ni un día y tiene que comprar varios, porque los llega a consumir. "Mientras le das vueltas a la cabeza no dejas de encender un cigarrillo tras otro".

Quien ha doblado también el consumo es Rosario Escudé, que cada vez que entra en el estanco se lleva varios paquetes. "Me paso el día fumando", reconoce.

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