Para algunos, el dilema más grave que tienen en cuarentena es elegir la serie que verán por la tarde. O si seguirán la clase online de yoga o CrossFit para no quedarse oxidados. Esos son los más afortunados. Los habrá, claro, que sufran alguna discusión con su pareja, sus hijos, sus padres, nada que no pueda solucionar algo de mano izquierda y un poco de sentido común.

¿Pero qué pasa cuando uno se ve obligado a convivir con un desconocido al que has denunciado por agresiones? ¿Qué pasa cuando te ves obligado a afrontar una convivencia forzada de 24 horas al día, de lunes a domingo, sin posibilidad de escapatoria en estos tiempos de encierro?

Ésta es la situación que sufre a día de hoy un matrimonio mayor residente en la barriada palmesana de Son Gotleu, que se ve obligada a convivir con una de sus inquilinas a la que ha denunciado a la Policía.

Su historia es la siguiente.

Antes del Gran Confinamiento, Francisco, de 74 años, y Josefa, de 70, alquilaron dos habitaciones de su piso por 350 euros al mes. Una forma habitual de tener unos ingresos extra. Los inquilinos son un hombre mayor y una mujer de mediana edad.

Ruido a altas horas de la noche

La convivencia echó a andar, pero enseguida empezaron los problemas. La relación con la mujer no era buena. El matrimonio cuenta que ella incumplía las normas básicas de convivencia, haciendo ruido a altas horas de la madrugada y dañando el mobiliario de la vivienda. En un primer momento, intentaron reconvenir a la mujer. Pero el diálogo no funcionaba.

En medio del estado de alarma y del confinamiento obligatorio, se produjo el recrudecimiento de una situación de convivencia insoportable, con el agravante de que el matrimonio no tenía escapatoria alguna. Estaban obligados a pasar la cuarentena con una persona que no atendía a razones.

La semana pasada, todo se precipitó. La inquilina metió a vivir con ella en su habitación a un supuesto familiar sin contar con el permiso de los propietarios. Según la versión del matrimonio, se negó también a pagar más por tener a otra persona viviendo con ella.

Una noche la tensión degeneró en una pelea en la que Francisco sufrió una agresión que le provocó un hematoma, según denunció posteriormente a la Policía Nacional.

Como consecuencia de ese enfrentamiento, Francisco acudió al centro de salud de Escola Graduada donde se le diagnosticó una contusión en la mano izquierda.

El clima siguió haciéndose irrespirable. Los insultos a Francisco y Josefa eran diarios, ahora con el apoyo del supuesto familiar: "¡Maricón!", "Eres una puta", "Te acuestas con el primero que encuentras"... El pasado 29 de marzo, se produjo otra agresión, según ha denunciado también el matrimonio palmesano ante la Policía.

En este caso, de acuerdo a este relato de los hechos, fue Josefa la que sufrió un empujón por parte de la mujer, que provocó que cayera al suelo y tuviera que ser trasladada al hospital Son Llàtzer. A raíz de este incidente, el matrimonio se personó en la Policía Nacional donde se les tomó declaración y se remitió el informe al juzgado de instrucción de guardia.

Crisis del coronavirus

El matrimonio ha tocado las puertas de la policía y de la justicia para que alguien les ayude, pero se lamenta de que su caso se trata como un simple problema de convivencia que empalidece ante la situación de emergencia global por el coronavirus.

Ellos ven lógico que la pandemia movilice recursos policiales, pero consideran también que deberían atenderse sus denuncias, ya que están viviendo una pesadilla de confinamiento.

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