La interrupción abrupta y traumática de la actividad económica ha permitido que la naturaleza se recupere y que mejore la calidad ambiental. Es un hecho transitorio que no es motivo de celebración. El reto sigue siendo el mismo: garantizar la prosperidad económica en un entorno natural saludable y sostenible.

Durante estas dos semanas han circulado múltiples imágenes que ilustran cómo la fauna salvaje se deja ver en espacios urbanos poco habituales aprovechando el silencio y el confinamiento de la gente. Hemos visto una foca gris en San Sebastián, un oso pardo en un pueblo de Asturias, lobos paseando por una calle de Galicia y cabras montesas deambulando por la plaza de Chinchilla en Albacete. También muchos vídeos de jabalíes ocupando el centro de Barcelona, fenómeno conocido de hace años, pero cuya frecuencia probablemente haya aumentado. Dejando de lado la autenticidad de algunas de estas imágenes -corren muchos fakes estos días, también - es evidente que la naturaleza está aprovechando este vacío humano, pero es probable que su efecto sea anecdótico.

En Balears se han visto delfines muy cerca de la costa en varios puntos de las islas. Es normal que en invierno los delfines se acerquen más al litoral ya que hay menos ruido submarino, mientras que en verano se alejan más del bullicio costero. Es muy probable que el fenómeno se haya acentuado en las últimas semanas, pero también es cierto que el confinamiento ha dado más relevancia a cosas que siempre han sucedido. En las ciudades, el silencio deja oír el canto de los pájaros en primavera que muchos parecen haber descubierto por primera vez.

La disminución del transporte se ha traducido en una reducción de las emisiones y por ende, una mejora de la calidad ambiental. Los niveles de contaminación atmosférica y acústica han llegado a mínimos históricos; y por primera vez en mucho tiempo se han visto aguas transparentes en zonas portuarias o bahías cerradas que generalmente están turbias por la actividad humana. Si prevalece esta visibilidad, en poco tiempo la flora marina colonizará nuevos espacios creando hábitats para pequeños crustáceos, moluscos y peces en lugares en los que antes no hubiéramos imaginado que pudieran albergar tanta vida.

Muchos nos preguntamos qué otros cambios podemos esperar en el mar y en la costa balear después de semanas de inactividad ¿los pescadores recreativos volverán con los cubos llenos en su primer día de pesca? ¿los buceadores notarán cambios en la timidez y comportamiento de los peces en su primera inmersión? ¿Y los pescadores profesionales verán un incremento en las capturas de algunas especies durante los próximos meses debido a la reducción del esfuerzo pesquero? Recordemos que la flota pesquera es uno de los pocos sectores económicos aún activos, pero opera sólo al 50% debido a la reducción de la demanda.

La excepcionalidad del momento brinda una rarísima oportunidad para investigar qué efecto tiene la ausencia humana en una costa y un mar a menudo muy concurridos; un experimento que ciertamente conviene aprovechar. Pero también brinda una oportunidad para analizar el papel que puede y debe jugar el medio marino en la recuperación económica de Balears.

El confinamiento supone un desafío sin precedentes para la economía de las islas y una enorme incertidumbre para los centenares de miles de personas que dependemos de ella. Una encuesta reciente muestra que el 50% de la población española está preocupada por su trabajo, un porcentaje que probablemente sea superior en una comunidad altamente dependiente del turismo como Balears.

Una vez hayamos superado la crisis sanitaria y podamos avanzar en la recuperación económica, debemos reflexionar sobre muchos puntos, pero muy en especial sobre nuestra relación con la naturaleza. Respetar la naturaleza supone el mejor seguro a largo plazo para nuestra economía y bienestar. Cuanto más conscientes seamos de la conexión entre la salud de los humanos y la de nuestra economía con el medio natural y los ecosistemas, más probabilidades tendremos de prevenir shocks como el que sufrimos y de amortiguar los impactos derivados del cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Devolver los ecosistemas a un óptimo estado de conservación beneficiará a nuestra sociedad y a nuestra economía haciéndola más resistente. Esto era así antes de la aparición del Covid, y lo seguirá siendo en el mundo post-Covid.

En el contexto de crisis económica y social que estamos viviendo, una transitoria recuperación del medio natural y de la calidad ambiental no son motivo de celebración. No es así, en absoluto, como desde la Fundació Marilles y las entidades de defensa y conservación del medio ambiente planteamos la necesaria y deseada reconciliación del trinomio economía, medio ambiente y bienestar. La mejora del medio ambiente no debe surgir de una crisis económica catastrófica: debemos reinventar el sistema por las buenas, en beneficio de todos. Sabemos que medio ambiente, economía y bienestar son compatibles; y por ello, los tres pilares deben estar en el centro de la recuperación.

El mundo será diferente después de la pandemia de Covid-19. En este nuevo escenario de retos colectivos mayúsculos la misión de Fundación Marilles toma especial relevancia: transformar Balears en referente mundial de conservación marina garantizando la prosperidad económica de las islas y un alto nivel de bienestar ciudadano. Reinventémonos.