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Diario de una madre teletrabajadora

Un martillo para la pizza

Día 15. Lo llevo súper bien. Eso contesto dos docenas de veces al día a quien me pregunta. Dadas las circunstancias, suelo añadir. Y con mis...

Un martillo para la pizza

Día 15. Lo llevo súper bien. Eso contesto dos docenas de veces al día a quien me pregunta. Dadas las circunstancias, suelo añadir. Y con mis momenticos. Lo de la famosa gota que colma el vaso. Es noche de pizza y siguiendo los consejos del Gobierno no he hecho acopio de bases precocinadas. Ahórrense el levantamiento de cejas y los comentarios estilo “uf, tienen conservantes” o “pero si tardas dos minutos en hacerlas tú misma”. Todas las progenitoras teletrabajadoras nos queremos ahorrar algo. Y yo me ahorro la base de la pizza, no hay nada más que discutir, que se me descuente un punto en el marcador de la madre perfecta. Pero la pandemia me deja sin mi arma secreta, ellos quieren pizza, suplican pizza, y pido una receta de pasta a un amigo. Milagrosamente dispongo de levadura, pero de harina voy regular. Me pongo a ello y me equivoco en las proporciones, así que tiene demasiada agua y necesito más harina. “No parece igual que la que está rica”, le va retransmitiendo ella a su hermano. En el fondo del armario hay un bote de cristal con más harina. Salvada. Pero el maldito bote no se abre. Le doy golpecitos, lo envuelvo en un trapo y giro, y me va entrando una impotencia... 17 días encerrada, y con este pelo, y el teletrabajo, y que Dios me lo conserve... Irrumpo como una furia en el salón en busca de la caja de herramientas y saco el martillo. “¡Mamá tiene un martillo! ¿A dónde vas con ese martillo?”, me persigue la niña. Empoderada como Thor le arreo al bote dos cates, y saco la harina, que tiene dentro hormigas y se va a la basura. Pero lo a gusto que me he quedado no lo sabe nadie. Hago la pizza con la masa acuosa y sale repugnante. Así que rasco los ingredientes (él jamón y queso, ella atún) y los coloco en un plato junto a un huevo revuelto. “Huevizza”, les anuncio. “Está buenísima”, se parten de risa acordándose. Recomendable, el martillo.

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