Balears ha registrado el bajón de cada fin de semana en el incremento de nuevos casos de coronavirus. Marzo pasará a la historia como el mes de la pandemia, con un salto espectacular de dos contagiados a mil, en la cifra redonda alcanzada ayer. Sin embargo, la progresión a ritmo preocupante durante los días laborables siempre sufre un estancamiento al concluir dicho periodo.

Por mucho que Sanidad insista en que se llevan a cabo el mismo número de pruebas, el descanso semanal de la infección obligara a un análisis más exhaustivo. Los datos correspondientes al pasado domingo y presentados ayer correspondían a 42 nuevos casos, pesimistas en sí mismos pero que implicaban un descenso vertiginoso desde los 96 de la jornada anterior.

Hay que remontarse a diez días atrás para encontrar una cifra similar, 43 contagiados hace dos sábados. En un mapa estadístico, costaría otorgar un mínimo valor a la cifra adjudicada ayer, si las tablas oficiales no estuvieran sobradamente desacreditadas por el propio Govern, que ha concedido que las cifras reales corresponden a miles de infectados.

Al margen de la singularidad de ayer, la propagación del coronavirus se ha concentrado en fechas recientes. Dos tercios de los casos vigentes en Balears, por encima de los seiscientos, han sido detectados durante la última semana. Con quince días de confinamiento forzoso, se trata de los últimos enfermos que contrajeron el coronavirus antes de decretares el Estado de Alarma.

La concentración de casos a lo largo de la última semana de marzo mide el precio pagado por el retraso en asumir la pandemia, un índice de la autocomplacencia oficial. Por otra parte, el confinamiento de otras personas junto a un enfermo solo garantiza el contagio familiar, que tampoco podrá ser detectado ante la cicatería del Govern en la realización de controlescicatería del Govern en la realización de controles. En la frase que han popularizado los virólogos alemanes, "tenemos menos muertos que España porque realizamos un millón de test semanales".

Desde el control absoluto de una información deficiente, el objetivo del Govern consiste precisamente en que marzo se haya proclamado como la apoteosis de la propagación del coronavirus en Balears. A falta de otras soluciones, se confía en que la explosión en el último mes invernal retroceda en abril, gracias a la acción conjunta del confinamiento y las temperaturas. A este respecto, una corriente científica significativa ofrece mayor valor al calor que al enclaustramiento masivo.

Los datos oficiales son indicativos y no significativos. Se ha buscado la remisión ahorrando en test, si bien quita el sueño que dos de cada tres casos correspondan a la semana pasada. Sin embargo, resulta reseñable que la cifra de contagios necesite ya de seis días para duplicarse. Este número invita al optimismo relativo, pero solo después de recordar que lo contrario implicaría una situación dantesca en el archipiélago.

El sábado pasado es el único día hasta la fecha en que se ha detectado un centenar de nuevos casos, siempre sin ampliar el espectro de las pruebas. El sueño del Govern es que esos 107 contagiados en una sola jornada rubriquen el pico de la pandemia en la comunidad. Si se promedian los datos recientes, la cifra oscila en tono a los noventa nuevos casos diarios.

El crecimiento exponencial, término incorrecto del que se ha abusado en todo el mundo en marzo, ha migrado a una especie de progresión aritmética en que cada día se aportan unas decenas de casos en Balears, y en torno a los cinco mil en el conjunto del Estado. Al ritmo actual de propagación, se necesitarían más de tres meses para alcanzar los escalofriantes diez mil casos oficiales. Por tanto, el índice de penetración ya no corresponde a una reacción en cadena incontrolable.

Con motivo del primer caso de coronavirus en Mallorca, uno de los dos únicos dentro del millar que no corresponden a marzo, el Govern presumió de que había controlado exhaustivamente a decenas de personas que habían estado en contacto con el paciente inglés residente en Marratxí. Por ejemplo, a un taxista.

Esta verificación masiva era insostenible con los medios disponibles en Mallorca, aunque está en la base de la contención exitosa en Singapur o Corea. Aceptando generosamente que Balears solo cuenta con un millar de afectados, el trazado de su vida de relación reciente implicaría a decenas de miles de personas.

El trabajo de vigilancia del entorno no se ha llevado a cabo ni por aproximación. Los propios médicos que se consideraban víctimas del contagio eran expulsados del sistema de verificación, y solo tras ímprobas gestiones lograron someterse a los análisis que han destapado el peligroso nivel de difusión de la pandemia entre el personal sanitario.

Por si la labor de disuasión a los facultativos no fuera suficiente, el Govern les remitió protocolos en los que desaparecía explícitamente cualquier intento de verificar la afectación de los "contactos estrechos". En lugar de acentuar la vigilancia de los círculos de influencia de contagiados que difunden el coronavirus a una media por encima de las dos personas, la transmisión se consideraba inocua.

Con una cifra promediada de cinco días para exteriorizar el contagio, el patrón de los casos que se contabilicen esta semana corresponderá a las infecciones registradas con el confinamiento vigente. Las cifras actuales distan de ser tranquilizadoras, pero desvían ligeramente el foco de los aspectos sanitarios para centrarlo en una crisis económica que también conllevará graves problemas de salud.

El objetivo notorio del Govern era disimular el coronavirus como una gripe que amainaría espontáneamente. Esta corriente relativizadora ha sido desmentida por la acción del microorganismo, que tiene hoy en el calor y la humedad a sus peores enemigos.

Otras informaciones sobre el coronavirus en Mallorca, Baleares y el resto de España

Ultima hora del coronavirus hoy en España

Vacaciones 'forzosas', ertes y teletrabajo: las dudas ante la parada

Centenares de mallorquines han tenido el coronavirus sin saberlo

Todas las noticias del coronavirus en Mallorca