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Aguante y espera de tiempos mejores

Analizar la situación en profundidad y no tomar decisiones precipitadas que a la larga pueden ser contraproducentes. Este parece ser el método más aconsejable a seguir para todos los sectores productivos, tras el vuelco que ha impuesto el parón de la pandemia del coronavirus.

La prudente actitud de cabeza fría y analítica es la que se aprecia en el alquiler turístico. Los portavoces de significativas asociaciones del sector dicen que ni se plantean una eventual mutación hacia el arrendamiento residencial. Por varios motivos, porque no se fían de la presumible incertidumbre de unos inquilinos expuestos a la morosidad, porque no compensa en función de las inversiones realizadas y debido a que consideran una temeridad arriesgarse a la pérdida de autorizaciones y licencias obtenidas para destinar sus casas al alquiler turístico.

La táctica, por tanto, parece clara. Es la de aguantar y esperar unos tiempos mejores que en un momento u otro deberán llegar. Tienen un aliciente para ello, el de saber que, en situación de normalidad, habrá más demanda que oferta y por eso mismo tampoco es aconsejable bajar precios. Resistir, nada más. Para aliviar este aguante, mucho mejor si el Govern les ayuda con una supresión o límite de la ecotasa. Es verdad que en principio la paga el cliente, pero también es cierto que muchos de estos arrendatarios se han acogido a un sistema de módulos que suele estimarse sobre siete meses de actividad.

Actitud conservadora por tanto. Aguantar. A ello ayudará sin duda el hecho de que el alquiler vacacional sea en muchos casos un complemento de otros ingresos familiares y actividades profesionales.

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