La semana pasada reflexionábamos en voz alta sobre toda esta situación (disponible en la web de la universidad), cuando la OMS también ya insistía en la importancia de detectar el máximo número de afectados, y que deben dedicarse más esfuerzos y recursos bien organizados para enfrentar posibles nuevas oleadas. Está claro que el objetivo es aprovechar lo mejor de las diferentes experiencias y estrategias para hacer frente al virus: China y Corea del Sur por un lado, Alemania y otros países de la UE por otro. La estrategia británica es dubitativa y la norteamericana, perdido su liderazgo mundial, de momento no existe.

Sabemos cómo se transmite el virus, y que es una partícula bastante grande y pesada, dicho sea, en el doble sentido. Sabemos que los portadores no lanzan el virus a más de dos metros, y que las partículas víricas están, mayoritariamente, atrapadas en las gotículas de saliva, dispersas entre la nebulosa que es visible solo a contraluz. Es por tanto lógico que tengamos presente también, que, cuando el virus cae al suelo o sobre superficies, puede sobrevivir un par de días sobre estas: reposabrazos, pomos de las puertas, pasamanos, envases de plástico, metálicos u otras superficies, sobre todo las lisas. Y los microbiólogos han comprobado que el virus puede sobrevivir allí, con capacidad infectiva, bastantes horas, incluso dos o más días. Y hemos de dar por descontado que algunas personas van a tocar estas superficies e instintivamente se llevarán las manos a la boca, los ojos o a la nariz tras tocarlas. Por esto la medida más importante es lavarse las manos, frecuentemente.

Conocemos que el virus no puede entrar por la piel: sólo tiene herramientas (una de las proteínas de la envoltura a las que nos hemos referido) para entrar a través de las mucosas. Los bioquímicos nos informan y nos informarán de la funcionalidad y características de su caparazón o envoltura proteica. Dicho de pasada, estos días (20 de marzo) la revista Science ha publicado la arquitectura tridimensional de una proteasa codificada por el coronavirus que juega un papel clave en su replicación, aportada por un equipo de la Universidad de Lübeck (Alemania), lo que pone a disposición de la ciencia una nueva diana para atacarlo.

Conocemos otra proteína del virus ( spike), que es la que le permite interaccionar con ciertas proteínas "receptoras" que están normalmente en la superficie de células humanas, con la misma exactitud que se acopla una llave de precisión con su cerradura, y así entrar en nuestras células. Los alumnos de Bioquímica y Biología Celular conocen bien estas proteínas, que están presentes en determinadas células de nuestro organismo y no en otras. Y por esto el virus nos ataca, preferentemente, en determinados lugares (garganta, canales respiratorios, etc.). Y de ahí los síntomas: tos y fiebre, principalmente, neumonía, cansancio, dolor muscular o articular, entre otros. Recientemente, la pérdida repentina del olfato y el gusto ha sido señalada como posible síntoma precoz de contagio por coronavirus.

Pero también conocemos que estas proteínas de la envoltura del virus se desorganizan e inactivan fácilmente con un detergente. Y por esto es tan importante utilizar agua con jabón para lavarse las manos frecuentemente. Y basta agua y jabón, aunque si no los tenemos a mano, también sirve el gel hidroalcohólico, que es una simple mezcla del alcohol de 75º y glicerina y que -hay que decirlo porque los hay que abusan- no vale lo que hoy hacen pagar. La Química también nos enseña las propiedades de distintos reactivos y como unos compuestos reaccionan con otros en distintas condiciones, y afectando sus propiedades y funciones. Sabemos que el hipoclorito sódico (la lejía) es un compuesto oxidante de rápida acción, efectivo en la desinfección de superficies, ropa y equipos, mesas de trabajo, etc. Por todo esto también hay que limpiar las superficies, y es cierto que basta con lejía diluida (al 1% en agua, o al 3% en lo que emplean los militares) u otros desinfectantes.

También sabemos, porque conocemos su especificidad, que la interacción del virus con proteínas "receptoras" celulares, que es la puerta de entrada a nuestras células, puede verse limitada o impedida mediante determinados agentes, que también sería deseable conocer mejor ante este problema. Este es también un punto débil del virus que podemos intentar atacar. Me ha impresionado el número de iniciativas en el ámbito científico que se están poniendo en marcha en todo el mundo y también aquí, desde todos los ángulos.

Conocemos que el virus es del tipo ARN (ácido ribonucleico) y no del tipo ADN (ácido desoxirribonucleico), y tiene una sola cadena de ARN que se enrolla sobre sí misma (como un muelle algo distendido), que está rodeada o envuelta de unas proteínas que están bastante fosforiladas (tienen fósforo) y bien organizadas también hacia dentro, y todo ello es también atacable. Además tiene una envoltura más externa de glicoproteínas (proteínas con cadenas de azúcares) que incluye la proteína spike ya comentada; las cadenas de azúcar apuntan hacia fuera y le dan este aspecto de corona que los biólogos, virólogos y anatomo-patólogos nos muestran con el microscopio electrónico.

Muy simplificadamente también, en Microbiología nos enseñan que los virus son de dos tipos: ADN y ARN. Estos últimos son a su vez de dos tipos: retrovirus, que se replican por medio de una transcriptasa inversa, y virus de ARN que se replican mediante ARN replicasas. La transcriptasa inversa viene con el retrovirus y dentro de la célula infectada transforma el ARN vírico en el correspondiente ADN, que se integra invariablemente en el genoma celular. Los retrovirus y ciertos virus de ADN que también integran (habitual o esporádicamente) su genoma en el del hospedador pueden ser muy persistentes. Pensemos en los virus Herpes, con síntomas que rebrotan porque los llevamos dentro, no porque cada brote sea por una infección. Allí pueden quedar, siempre dispuestos para pasar a las células hijas (cuando la originalmente infectada se divida) y a fabricar múltiples ARNm que constituyen las plantillas para fabricar las proteínas víricas y que conllevan la multiplicación del virus y los daños consecuentes.

En cambio, los virus ARN positivos no se insertan en el genoma sino que emplean su ARN directamente, sin pasar por ADN, para obtener las múltiples copias necesarias. De forma que cuando desaparecen el ARN y proteínas víricas, han desaparecido del todo. O esto es la experiencia hasta ahora, todavía hay dudas, pero para el caso, asumimos que desaparecen de nuestro organismo y dejamos de ser infectantes. Nos quedamos tranquilos.

Así que, conociendo como conocemos cada vez más al virus, vale la pena el esfuerzo de resistir, vienen una-dos-tres semanas muy duras, no podemos relajarnos, pero hay también una esperanza, sobre la base científica de que podamos ir suavizando medidas (tendrán que llegar muchas mascarillas, se necesitaba más tiempo), deberemos prepararnos para otras oleadas, después del verano. Incluso puede ser que consigamos deshacernos del virus, para siempre. Ánimo.

*Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular en la UIB