Ni el santuario de Lluc se ha librado de las consecuencias económicas de la actual situación de alarma generada por la crisis sanitaria del coronavirus. El complejo espiritual ubicado en la Serra de Tramuntana presentó el pasado día 19 de marzo un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) justificado por la pandemia debido a la falta absoluta de ingresos para mantener económicamente el funcionamiento del santuario.

La hospedería y todos los servicios complementarios del complejo están cerrados desde hace dos semanas, al igual que el resto de establecimientos hoteleros de la isla, y ello ha supuesto un duro golpe a la economía de Lluc, cuyos principales ingresos se deben a la actividad de hostelería.

El ERTE afecta a todos los empleados de forma desigual. Así, cuarenta de los cincuenta trabajadores del complejo espiritual no acudirán a trabajar mientras esté vigente el expediente. Los diez empleados restantes seguirán prestando sus servicios, aunque a media jornada, por lo que solamente estarán operativos durante cuatro horas diarias.

El gerente del santuario, Sebastià Sureda, explica que el expediente de regulación de empleo no se ha aplicado a la totalidad de la plantilla porque, a pesar de que el complejo está cerrado al público, "hay un mínimo de tareas que deben mantenerse", entre las que cita los trabajos de mantenimiento y limpieza, así como algunas tareas administrativas y contables. Sureda es uno de los empleados que seguirá trabajando a media jornada, así como un contable. También se mantienen activos los servicios de recepción y el horno que abre varias horas al día.

Los Blavets, en casa

El prior del santuario, Marià Gastalver, y el vicario Toni Burguera siguen residiendo en el santuario, aunque lógicamente se mantienen al margen del ERTE. El centro educativo, como el resto, está cerrado hasta nueva orden, por lo que los emblemáticos Blavets están en sus respectivas casas.

De momento, Lluc no sabe la duración que tendrá el expediente. "En principio, estará vigente mientras dure el estado de alarma, aunque lo veo un poco justo porque la actividad no remontará al día siguiente del fin del confinamiento; de momento todo está en el aire y hay mucha confusión al respecto", explica el gerente, que tiene claro que el santuario empezará a funcionar tan pronto como sea posible porque "nos debemos a los mallorquines".

La crisis sanitaria del coronavirus ha golpeado el santuario en el peor momento. Al principio de la primavera es cuando tradicionalmente Lluc se llena de vida, ya que son muchos los senderistas, tanto mallorquines como extranjeros, que contratan los servicios de la hospedería como centro de partida de las numerosas excursiones que pueden realizarse en esta zona de la Serra de Tramuntana.

"Aquí la temporada alta suele empezar por Pascua, que es cuando podemos cuadrar los números", explica el gerente, que asegura que todavía no se han cuantificado las pérdidas económicas que provocará la parálisis. "Para nosotros todo esto es como una puñalada", concluye Sureda.

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