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El COVID-19 pilla a las islas con 26.751 millones de euros en el banco

El ahorro del archipiélago es más sólido que en 2008 pero las desigualdades y la pobreza han aumentado

La crisis del COVID-19 ha pillado a Balears con 26.751 millones de euros depositados en los bancos al cierre del pasado año, según los datos del Banco de España, a lo que hay que sumar el dinero destinado a fondos de inversión o planes de pensiones, que no aparece en esa cifra. Por contra, la deuda que los baleares tienen con las entidades financieras alcanza un valor de 29.902 millones, lo que implica una situación prácticamente de equilibrio.

Este dato marca una clara ventaja respecto a la crisis de 2008. En aquel momento, los depósitos bancarios del archipiélago eran solo de 19.148 millones de euros, frente a una deuda de 46.183 millones, es decir, por cada uno en ahorro había que devolver 2,4 a las entidades financieras, lo que suponía un grave desequilibrio.

La crisis de este año no solo ha encontrado a las islas con más reservas financieras, sino que además las empresas se han saneado y vienen acumulando beneficios durante los últimos años, lo que supone que hay liquidez en abundancia y con unos tipos de interés muy bajos, también a diferencia de 2008, que iban al alza.

En este sentido, el director de la Fundación Impulsa y Catedrático de Economía Aplicada, Antoni Riera, señala que las islas están en este momento mejor preparadas para afrontar una crisis que hace poco más de una década, aunque no se parezcan en nada entre ellas.

Porque en la del coronavirus el problema es doble, al estar afectada tanto la oferta como la demanda, dado que la actividad empresarial está parada y además las familias se van a ver empobrecidas.

Pero en la crisis de 2020 hay otra notable diferencia respecto a la de 2008, según señala Riera: las desigualdades se han incrementado a lo largo de esa década, con un crecimiento de las bolsas de pobreza.

Mejor media, casos más graves

Un dato a tener en cuenta es que en Balears las empresas comenzaron a salir de la crisis en 2014 de la mano del impulso turístico. Sin embargo, la recuperación económica de las familias no se inició hasta finales de 2016 o principios de 2017, según recuerda el director de la Fundación Impulsa.

Esa recuperación no ha sido homogénea, y muchos jóvenes se encuentran con contratos precarios y salarios muy bajos, por citar un ejemplo.

Todo ello implica que aunque la situación media de las familias sea mejor ahora que en 2008, hay amplios segmentos de la sociedad que padecen una notable debilidad económica, lo que va a implicar para ellos un coste mucho más duro del COVID-19.

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