Una de las consecuencias directas de las restricciones a las visitas a los internos es que se ha cortado en seco la entrada de drogas en el centro. Los responsables de la prisión son conscientes de que la falta de estupefacientes puede elevar la conflictividad entre los internos, por lo que se mantiene una vigilancia especial en este sentido. Sin embargo, hasta ahora no se han registrado incidentes destacables. En el caso de que se detecte el menor conato de enfrentamiento entre los presos se aisla de inmediato a los implicados. Por ahora, señalan desde el centro, la situación se mantiene tranquila, ya que la mayoría de los presos son conscientes de la gravedad de la situación.