La prisión de Palma se mantiene en máxima alerta ante la amenaza del coronavirus, aunque por ahora parece que los internos se mantienen libres de la pandemia. Hasta ahora solo se ha detectado un caso positivo de Covid-19, en una funcionaria. De la decena de test que se han realizado a internos que presentaban síntomas, ninguno ha dado positivo. Mientras, el centro penitenciario mantiene férreas medidas frente al virus: los nuevos ingresos guardan una cuarentena de dos semanas, todas las visitas están prohibidas -lo que ha cortado de raíz el tráfico de drogas-, y una empresa especializada ha desinfectado esta semana durante tres días todo el recinto. Sin embargo, en el plan de contingencia ya tienen previsto destinar un módulo a los casos de positivo que se puedan dar para evitar su contacto con el resto de presos.

Conscientes del elevadísimo riesgo que supone la pandemia para la población reclusa, desde que se inició la crisis por el coronavirus se impusieron en la prisión medidas draconianas. Primero se suspendieron los vis a vis entre los presos y sus parejas, y luego, con la declaración del estado de alarma, se han eliminado todas las visitas. Todos los presos que regresaron de un permiso o los nuevos ingresos deben cumplir una cuarentena de catorce días de aislamiento antes de pasar a sus módulos. Ante la aparición de cualquier síntoma entre los internos, como tos o fiebre, se les aísla y se les somete al test.

Hasta ahora se ha realizado la prueba a una decena de internos, y en todos los casos que se tiene ya el resultado han dado negativo. El único caso positivo que se ha registrado en el centro es el de un funcionario. Otro funcionario al que se le ha realizado el test está pendiente del resultado.

Desinfección del centro

Mientras tanto, los responsables del centro han contratado una empresa externa, que durante tres días de esta semana ha desinfectado todas las dependencias. Está previsto que estas operaciones se repitan periódicamente, y no se descarta que se solicite para ello la colaboración del Ejército, como se ha hecho en otras cárceles de la península.

Aunque no se ha detectado ningún caso de coronavirus entre la población reclusa, el centro tiene preparado un plan de contingencia para hacer frente a la irrupción de la pandemia. En la actualidad cuentan con un módulo poco ocupado, que en el caso de que se registren los primeros positivos sería completamente desalojado y quedaría aislado, solo con los presos con coronavirus.

Desde el centro reconocen que cuentan con pocas mascarillas y material de protección para dotar a los funcionarios, aunque ayer llegó un paquete remitido por la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias. Este material se distribuye especialmente para los funcionarios que trabajan en el módulo de ingresos, donde permanecen los presos recién llegados y aquellos que presentan algún síntoma, hasta que llegue el resultado de las pruebas.

Desde que empezó la crisis la prisión ha establecido un sistema de turnos para los funcionarios, de manera que no coincidan los diferentes grupos al mismo tiempo y evitar un contagio masivo. El problema, según fuentes del centro, es que cada día entran entre sesenta y ochenta personas desde el exterior, lo que implica un grave riesgo.