Chari Meira trabaja como enfermera en Son Llàtzer desde 2013. Hace cinco años se liberó sindicalmente, pero ante la necesidad de personal sanitario durante la crisis del coronavirus, ha vuelto a planta para ayudar a sus compañeros de Urgencias.

P El discurso oficial habla de una situación controlada en los hospitales de las islas. ¿Es así?

R Ahora mismo no estamos en una situación como Madrid ni Barcelona, ni mucho menos, pero sí tenemos mucho miedo. Eso se nota por ejemplo en los protocolos sanitarios. El primer día nos impusieron un protocolo de máximos, en el que tienes que ir vestido casi como un astronauta y ahora parece que con una simple mascarilla ya puedes atender a cualquier persona. Antes las batas era imprescindible que fueran impermeables, ahora parece que no es necesario. Si se han bajado los protocolos no es porque no haya tanto peligro, es porque no hay material suficiente.

P Y usted, que estaba liberada sindicalmente, va y se mete en la boca del lobo.

R Bueno, un poco sí. En vista de cómo lo vimos venir, de todo lo que estaba pasando en Madrid y Barcelona y de las previsiones que había aquí, que eran un poco catastróficas, decidimos hablar una compañera y yo con dirección del hospital para pedirles que en cuanto quisieran o nos necesitaran estábamos disponible para volver a planta. Al cabo de una semana nos pidieron que empezáramos a trabajar en Urgencias. Las dos tenemos experiencia. Aun así, seguimos respondiendo a muchas dudas y llamadas de compañeros y afiliados por las mañanas y entre las dos cubrimos un turno para ayudar en planta.

P ¿Qué se ha encontrado al pie del cañón?

R El principal problema es la sensación de impotencia que tienes. El tema de los EPI [equipo de protección individual], por ejemplo, es lamentable. El personal sanitario está desesperado porque tiene miedo por sus familias. Al final cada día nos llevamos la angustia a casa. Nunca sabes si puedes contagiar a otros pacientes o a tu propia familia. Al personal sanitario se nos está llevando a la guerra sin armas.

P ¿La falta de material para protegerse es ahora mismo el principal problema?

R Sin duda. Estamos a la espera de que llegue más. Ayer [por el martes] llegaron 200 mascarillas a Son Llàtzer, que evidentemente no son nada. El material aterriza a cuentagotas. Desde Gerencia nos dicen que están pendientes de que envíen más, pero nunca acaba de llegar. Hay una guerra entre los países para comprarlo. Esto nos obliga a los sanitarios a reutilizar equipos. Ahora mismo en el hospital se cotizan muy alto las mascarillas de máxima protección y si tienes una, guárdala muy bien y reutilízala porque por menos de nada te puedes quedar sin ella.

P Sin material para protegerse, la prueba del Covid-19 resultará imprescindible.

R Evidentemente, pero también hay falta de medios para hacerlas, aunque parece que poco a poco esto esta empezando a llegar. En estos momentos, si un personal sanitario tiene sintomatología como fiebre o tos, toca ir al médico de cabecera y te dan la baja, pero no te hacen ninguna prueba. Por ahora, al menos en Son Llàtzer, no están obligando a ir a trabajar a nadie con síntomas leves, pero no me extrañaría para nada que esa situación llegara también a Mallorca. Hay que tener en cuenta que estamos en una isla, hay un número reducido de personal y estamos casi aislados.

P España es el primer país del mundo que más contagios tiene entre su personal hospitalario.

R No me extraña. En China, cuando ves fotos de cómo van protegidos allí los sanitarios, no tiene nada que ver con lo que se ve en los hospitales de aquí. La mayoría de los productos que son ahora necesarios se fabrican allí y, ante la necesidad, se han quedado con casi todo y no lo están distribuyendo. Esta gente va, protegida no, lo siguiente. Ellos parecen astronautas y a nosotros solo nos falta que nos den el cuchillo en la boca y nos digan: ¡Venga para adelante! Hay una diferencia muy importante. En comparación con China no hay color.

P ¿Cómo está respondiendo la gente? ¿Urgencias da a basto?

R La población se está portando súper bien y la verdad es que están llegando solo las urgencias verdaderamente importantes. Nuestra unidad, hasta el día de hoy, está relativamente tranquila. El problema es que a muchos de los que llegan hay que ingresarlos y, ya en las plantas de hospitalización, donde están los pacientes Covid, existe una carga existencial brutal, con falta de equipos de protección como toca. Ahí es donde están más colapsados, aunque no me extrañaría que en pocos días se colapse también Urgencias.

P ¿Y en la UCI? ¿Hay espacio?

R Eso es lo que más preocupa en estos momentos y estoy segura de que aquí a unos días se van a necesitar más camas. Son pacientes que necesitan 21 días de ingreso, muy críticos y ahora mismo se están ahondando esfuerzos para ver si se puede ampliar la UCI en previsión a lo que nos viene. Hay que tener en cuenta que el paciente llega a Urgencias, está ahí un par de horas y luego se le sube a planta. La mayoría son abuelos medio autónomos, pero al cabo de dos días se desorientan, se ponen fatal y se les tiene que bajar a UCI, donde tienen que quedarse muchísimo tiempo. El tratamiento para cualquier persona grave con Covid es la UCI, no queda otra y el problema es que esta unidad se llegue a colapsar.

P ¿Cada día quedan menos camas?

R Ahora mismo hay libres, pero no sabemos en unos días lo que va a pasar. Nuestra mayor preocupación a día de hoy es el personal y su protección.

P ¿Y en el sindicato? ¿Con qué se encuentran?

R La gente llama llorando y nos pregunta cómo van a ir ahora a sus casas. A la carga de trabajo y de horas extra se suma también mucha carga emocional.