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Lletra menuda

La vuelta al sabor y a la calidad; por Llorenç Riera

En tiempos de apuro es cuando se aprecia lo sustancial y se realiza un cursillo de urgencia para, en base a la necesidad, aprender a distinguir entre lo superfluo, lo necesario y lo imprescindible. El último apartado es el prioritario por propia definición y dentro de él hay que incluir a la alimentación. Si puede ser de calidad y no un mero engaño del hambre, mucho mejor.

Durante la guerra civil los payeses de Mallorca salvaron a Palma de la hambruna. Ahora, con el confinamiento del coronavirus, se han desvelado de inmediato como un colectivo capaz de devolver a los hogares de la isla los nutrientes del sabor y de la calidad. La pandemia actual puede ser el punto de partida de la necesaria reconciliación entre agricultura y ganadería de Mallorca con los habitantes de la isla. Muchas veces la cuerda no se vuelve a atar con fuerza hasta que no está a punto de romperse del todo. Ya sabíamos que el mundo es así de complicado.

Siempre se ha especulado con el ideal del autoabastecimiento agrícola. Dado por imposible ya de entrada, al predominante sector turístico le ha sido más fácil, cómodo y barato la industrialización y la compra exterior. La oportunidad de volver a lo autóctono y sano ha saltado cuando menos se esperaba. En el momento en que la depresión y los obstáculos parecían abocar directamente a confinar frutas y verduras de Mallorca en su mismo terreno de cultivo, al presidente de la las cooperativas agrícolas se le ocurre venderlas a distancia y llevarlas a la puerta del consumidor. Los productores ecológicos, por su parte, han puesto en marcha un mercado mayoristas virtual. El éxito de ambas iniciativas, sobre todo de la primera, ha superado de inmediato la previsión más optimista. Es la última versión de la necesidad hecha virtud.

Las familias aprovechan el confinamiento para cocinar bien y comer con aprovechamiento a partir de la comodidad de tener la caja de verduras y naranjas a pie de portal. Poco más se puede pedir. Solo que esta nueva realidad sirva para normalizar la relación entre consumidor y productor.

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