Confinada Mallorca hasta nuevo aviso y paralizado su principal motor económico, la pandemia amenaza ahora con ensanchar la brecha social en todo el archipiélago, donde encuentra terreno abonado por la emergencia habitacional y una marcada desigualdad entre ricos y pobres.

"El virus no distingue entre clases, ideologías, ni territorios", proclamó Pedro Sánchez el miércoles en el Congreso de los Diputados cuando presentó su plan para combatir los efectos derivados de la crisis sanitaria. Hay quienes sí consideran que esta crisis tiene un sesgo de clase y reclaman que, esta vez, no se quede nadie en la cuneta.

"No todos los trabajadores se han podido quedar en su casa haciendo teletrabajo. Hay trabajos que requieren de una presencia física en el sitio y que además suelen ser los más precarios y castigados por reformas laborales. En Balears ha habido una hiperespecialización turística que ha generado una gran cantidad de trabajadores vulnerables que ahora tendrán problemas", afirma Ivan Murray, profesor del departamento de Geografía de la UIB.

Volver a la casilla de salida

Un informe de Cáritas revela que el año pasado 243.000 habitantes se encontraban en situación de exclusión social, el 21% de la población del archipiélago. Son los números que se esconden detrás de temporadas turísticas de récord y beneficios millonarios para el sector. Una gran bolsa de población particularmente expuesta a los estragos de la pandemia.

La crisis de 2008 dejó a muchos atrás y buena parte de quienes lograron recuperarse pueden volver a la casilla de salida. Las primeras víctimas han sido los trabajadores despedidos por la alerta sanitaria, pero antes de la entrada en vigor del estado de alarma. Los temporales que no saben cuándo empezarán a trabajar. Y también los alumnos que no pueden seguir las clases al mismo ritmo que sus compañeros porque en casa no tienen ordenador o una conexión a internet en condiciones.

"El impacto negativo es innegable. No podemos calibrarlo ahora, pero sin duda habrá consecuencias", subraya Carles Manera, economista y presidente del Consejo Económico y Social de Balears (CES). En todo caso, quien fuera conseller de Economía y Hacienda del Govern balear entre 2007 y 2011, cuando estalló la crisis económica, considera que esta vez sí se están aplicando las medidas adecuadas para evitar una emergencia social.

"Tanto el Gobierno español como el Banco Central Europeo han anunciado importantes inyecciones monetarias. Es un cambio importante porque en 2008 la preocupación era preservar a los bancos y ahora se pone el acento en las personas. Si se canalizan bien, esas transfusiones económicas paliarán la crisis que provocará la pandemia", valora Manera.

También Murray celebra la emisión monetaria anunciada por el Banco Central Europeo y constata que "parece que esta vez se intenta un paquete de rescate social antes que rescatar bancos". Sin embargo, advierte sobre la actual cascada de ERTEs en empresas de Balearsactual cascada de ERTEs en empresas de Balears. "Pueden ser una herramienta útil, pero tiene que ser temporal y una vez se superen estas condiciones extraordinarias se tienen que restablecer las contrataciones previas. Y sabiendo que un ERTE puede beneficiar a los trabajadores con mejores contratos, pero no cubre a los precarios e hiperprecarios", añade este geógrafo.

La quiebra de Thomas Cook -ahora parece muy lejana- dejó cicatrices importantes y alguna incertidumbre sobre la próxima temporada alta-. Es pronto para saber cómo de grande será la caída, pero la guerra contra el virus en Balears ya se ha traducido en la clausura de sus aeropuertos, el cierre de sus hoteles y la práctica desaparición de sus turistas, la pieza más importante de la economía del archipiélago.

El problema del alquiler

Esta emergencia amenaza a miles de contratos vinculados al sector servicios. Y también con ahondar en la llaga de la desigualdad social. En el actual contexto pagar el alquiler va a ser todavía más complicado en las islas, donde a menudo la vivienda no es un derecho sino un factor de exclusión social.

Hoteles, restaurantes y empresas han claudicado ante el avance del virus. El balance de daños dependerá de cuánto se propague la pandemia, pero Manera apunta que esta crisis ya ha servido para aprender una lección: "Que los sistemas sanitarios financiados, los que no se han descuidado, están resistiendo mucho mejor el empuje de esta emergencia. Creo que los agentes económicos deberían entender la necesidad de preservar este sistema sanitario público y que no vuelva a ser solo un renglón en una página de excel".