Suena la marcha nupcial. Preludio de boda, claro. El maestro de ceremonias, solemne, toma la palabra y arranca con el protocolo habitual. Hay nervios entre los novios. Normal.

-Sebas, ¿quieres recibir como esposa a Mary y prometes serle fiel en la salud y en la adversidad, amándola y respetándola durante toda su vida?

-Sí, quiero.

La fórmula la repite para Mary, que, emocionada, también da el 'Sí, quiero'.

-Que los novios procedan a besarse, ¡enhorabuena!- concluye el oficiante.

De fondo, se oye un estruendoso "¡Vivan los novios!" por parte de los invitados. Lo que pasa es que ese grito no es presencial. Se produce a decenas, centenares de kilómetros de distancia. Los invitados no están allí. Tampoco el maestro de ceremonias. Ni los novios. No hay iglesia ni juzgado como escenarios. No hay arroz. No hay banquete.

Lo que sí hay es felicidad.

La boda de Sebas y Mary se hizo ayer por videoconferencia, el hilo tecnológico que mantiene unida a la sociedad en estos tiempos de duro confinamiento por el coronavirus. Los amigos de la pareja de treintañeros residentes en Cala Rajada (Capdepera) les organizaron una 'ceremonia' sorpresa para quitarles el mal sabor de boca de haberse quedado sin boda. La habían organizado para este sábado, pero el estado de alarma decretado por el Gobierno, como a tantos otros eventos sociales, se la llevó por delante.

Preparativos al traste

"Llevaban organizando la boda desde hacía meses. La iban a celebrar en Son Servera, en una possessió en Ca s'Hereu. Iban a venir invitados de diferentes pueblos de Mallorca, de Palma, de Madrid... El día en que se decretó el estado de alarma, decidieron suspenderla. La verdad es que estaban tristes, por mucho que los amigos intentáramos animarles", relata uno de sus amigos, Salvador.

Fue entonces en que, para levantarles un poco la moral, sus amigos empezaron a maquinar la idea de montar una boda por videoconferencia.

Grupo de WhatsApp

Lo primero que hicieron fue organizar un grupo de WhatsApp, formado por una veintena de personas, para perfilar los detalles. La parte tecnológica era primordial. Debían elegir una aplicación adecuada para sostener una multiconexión por videoconferencia con casi 30 personas. Probaron varias de estas aplicaciones, como Skype o House Party. Al final, se decantaron por Zoom, porque permitía más usuarios.

"Hicimos varias pruebas y comprobamos que la conexión era buena. Entre todos, quedamos en que el sábado [por ayer] nos vestiríamos todos los hombres de traje y las mujeres, con vestido. Uno de los amigos se preparó un texto de una celebración como si fuera el cura", detallan los allegados a la pareja.

Llegó el día D. Uno de los amigos, con la excusa de charlar un rato en grupo para sobrellevar el encierro, contactó con los novios para decirles si les apetecía conectarse. Y, después del clic, vino la sorpresa en forma de multichat, con todos los amigos engalanados para la ocasión.

La sorpresa de la pareja fue mayúscula. "No me esperaba para nada esto. Si todas las pandemias tienen que ser con amigos como estos, ¡no hay problema!", dijo Sebas.

Sonó entonces la música nupcial, se intercambiaron promesas de amor y no faltaron los anillos. Hubo lágrimas de felicidad y gritos de "Vivan los novios". Y hubo un sentimiento general de que, a pesar de que las cosas vengan ahora mal dadas y todo parezca negro, siempre hay un hueco donde encontrar alegría y amistad.

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