Por ahora no hay ni un solo caso confirmado de coronavirus en la prisión de Palma, aunque también es verdad que con los nuevos protocolos establecidos desde el lunes, no se hacen pruebas. El Centro Penitenciario ha sido sellado a causa de la pandemia. Se han prohibido no solo los contactos vis a vis entre parejas, sino también las visitas en locutorios y la entrada de paquetes. De esta manera se ha acabado la entrada de la droga, lo que ha incrementado la tensión. Sin embargo, fuentes del centro confirman que no se ha producido ningún incidente reseñable. "Los internos ven la tele, saben lo que ocurre y entienden que estamos en una situación excepcional", explican.

Los funcionarios de la prisión han establecido un sistema de turnos, con equipos distintos, para evitar que la propagación del virus diezme la plantilla. Entre los internos, se ha eliminado también cualquier contacto entre los módulos. Se trata de tener el centro dividido en compartimentos estancos para evitar la propagación de la enfermedad.

Además de la prohibición de visitas, se han acabado los talleres dirigidos por voluntarios externos y los traslados no urgentes a centros sanitarios. Cada interno nuevo permanece dos semanas en el módulo de ingreso, hasta que se confirma que no padece la enfermedad.

Funcionarios y presos se mantienen a la expectativa, en lo que uno de ellos describe como "calma tensa". Para tratar de suavizar esta situación se han incrementado el número de llamadas al exterior que pueden hacer los presos. Aquellos que lo solicitan y, si los equipos médicos aceptan, pueden permanecer más tiempo en las celdas.

"Estamos un poco acojonados", comenta gráficamente uno de ellos, "ante lo que pueda venir, pero lo cierto es que por ahora no ha pasado nada".

Los funcionarios se quejan de que carecen de medidas de profilaxis suficientes que les impidan propagar el contagio de coronavirus. Ninguno tiene mascarillas para aislar las vías respiratorias del resto de la población reclusa.

Dado que los reclusos no tienen posibilidad de salir y las comunicaciones con sus familiares y los vis a vis han sido suprimidos, la única fuente de contagio vendría dada por los funcionarios de prisiones. El equipo necesario para que estos trabajadores pudieran hacer su labor con la profilaxis necesaria constaría de guantes, gafas, gel y mascarillas. No disponen de estos medios, especialmente de estas últimas.

Los funcionarios añaden que tienen serios problemas en la prisión de Palma, con una población reclusa de cerca de 1.200 internos, de mantener una distancia de seguridad mínima de un metro de un interno para evitar un posible contagio.