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Diario de una madre teletrabajadora

Tu voz está chillona y tu pelo...

Tu voz está chillona y tu pelo...

Día 3. Stop tutoriales, por favor. A la famosa doble jornada de las madres trabajadoras, se suma esta quincena una tercera, que nos invita a ser creativas y amenas en la faceta impuesta de maestras. Llega un mensaje del cole con una propuesta de rutina diaria que incluye trabajos, bailes, descansos activos, lectura de cuentos, juegos de mesa, manualidades y un largo etcétera. Llega un mensaje de la academia de inglés con un ritual similar, pero en dicho idioma. Llegan treinta vídeos al teléfono en el que indican cómo hacer yoga con ellos, gimnasia con ellos, experimentos de ciencias con ellos, en tu minipiso. Llega un tutorial para que practiquen Taekwondo. Ni la institutriz del príncipe George de Inglaterra tiene energía para semejante agenda. Yo tampoco, que además hago las comidas, las camas, limpio el baño, pongo el lavaplatos, barro diez veces al día porque se aburren y comen galletas y tiran migas por todo. Llega un tutorial para hacer platos saludables con ellos como pinches. Y luego están las seis horas delante del ordenador. "Te llevas unaaaaaaaa", grito contraviniendo todos los tutoriales de cómo ayudar desde el respeto, la confianza y el fomento de su autoestima en las mates que yo misma he diseñado. "No sé qué te pasa. Se te está volviendo la voz chillona y tu pelo..." Efectivamente, mi coleta desgreñada sería la prueba fehaciente de que las peluquerías pueden ser actividades de primera necesidad, por el bien de los niños. Nos estaban exigiendo demasiado a las mujeres, y llegó el coronavirus para rematar la faena.

Necesito un tutorial para no sentir culpabilidad elevada al cubo. "Ojalá siempre estuviéramos así los tres juntitos todo el día", me dice él después de cenar y leer trabalenguas.

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