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Lletra Menuda

Soldados de guerra sin armas

Los últimos uniformes caqui que había visto Manacor eran los "de bonito" de sus vecinos que todavía fueron reclutados para el servicio militar obligatorio y que hoy mayoritariamente ya acarician la jubilación. En su memoria colectiva permanece también otro trasfondo más dramático que remite al desembarco de la guerra civil en Porto Cristo.

Ayer volvieron a irrumpir en las calles de escasos vecinos sometidos a revisión. El impacto queda. Digamos que la ciudad no es un punto neurálgico de Mallorca. Tampoco equiparable al aeropuerto o puerto. La cosa va en serio. Estaban ahí, en sa Bassa y na Camel·la, no vestían de gala ni participaban en un alegre desfile militar. Son los soldados de la disuasión, correctos y serios, a pie de Part Forana -impensable hasta ayer- en misión de comprobación que la gente vuelve a casa o no sale de ella porque el coronavirus tiene una logística muy permeable y te deja indefenso en el contacto social.

Es una guerra sin armas para la que tampoco sirve el arsenal bélico tradicional, con una envergadura en la que ya se echa de menos una mayor y mejor munición sanitaria capaz de acorralar y neutralizar a un virus que nos ha puesto a raya de balcón. La presencia militar te intimida y te devuelve a casa. Es uno de los campos de batalla que permanece desplegado.

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