La alegre canción napolitana Funiculì, funiculà animó el barrio palmesano de es Fortí, el repique de campanas de la Catedral llenó el casco antiguo, las sirenas de los barcos inundaron el puerto y los aplausos de los ciudadanos desde ventanas, balcones o terrazas de cualquier lugar emocionaron una noche más al personal sanitario. Todo esto ocurrió ayer en Ciutat. "Se nos pone la piel de gallina con tantos reconocimientos. Cuando estás muy apurado trabajando y te llega un vídeo por wasap de los aplausos de gente anónima desde los balcones es dopamina en vena que nos sube el ánimo", destaca el presidente del Sindicato Médico de Balears, Miguel Lázaro.

"No son los aplausos en sí, sino cómo lo hacen, porque se nota que les sale del corazón", según las palabras de quien solo quiere "agradecer la inyección de moral que están dando los ciudadanos en unas circunstancias sanitarias y sociales tan difíciles".

A las palmas y la iluminación con los móviles de los últimos días se sumaron ayer las campanas de la Catedral. También lo hicieron a las 20 horas y seguirán repicando todos los días hasta que finalice el confinamiento para contener la expansión del coronavirus. Este sonido se entremezcló con el de las sirenas de las embarcaciones amarradas en el puerto, desde donde sus tripulantes quieren contribuir al homenaje global a los profesionales de la salud.

'O sole mio'

El tenor artanenc Antoni Lliteres lleva desde el domingo poniendo su granito de arena para superar con ánimo una situación que ha trastocado la vida de casi todo el mundo. El reconocido cantante de ópera ha cambiado los imponentes escenarios que pisaba por su modesta terraza y el elegante público del teatro por sus vecinos de es Fortí, vestidos con ropa de casa, pero el entusiasmo que ha despertado en el recluido barrio palmesano será difícil de igualar en los grandes liceos.

"Tras las cancelaciones de los conciertos y encerrado en casa, con lo hiperactivo que soy, el fin de semana ya tenía la moral por los suelos, como mucha gente. Y la idea me la dio una compañera de Salerno (Nápoles) que sale cada día al balcón de su piso para cantar y alegrar al vecindario, en la misma situación que nosotros", cuenta desde la décima planta de la calle Francesc Martí i Mora. Su chorro de voz llenó por primera vez esta zona de Palma el pasado domingo y del repertorio escogió la animada O sole mio.

Lliteres estaba más nervioso que en una función operística, aunque poco a poco fue viendo la buena acogida de los confinados palmesanos, que pensaban salir a las terrazas a las 20 horas para aplaudir al personal sanitario y lo hicieron antes para averiguar de dónde provenía esa música. Al día siguiente le esperaban y repitió con Nessun dorma. El martes la actuación fue difundida a través de las redes sociales de la asociación de vecinos de es Fortí. A las 19 horas cantó Granada. Y ayer deleitó a este nuevo público con Funiculì, funiculà. "Se la dedico a los niños y niñas, ya que es fresca y divertida", afirmó.

El presidente de la asociación, Salvador Maimó, que vive justo enfrente, llena con más música (esta vez grabada) el tiempo entre el final de la canción de Lliteres y la hora de los aplausos, porque "este momento de la tarde-noche es una vía de escape, un respiro para los vecinos después de todo el día enclaustrados en casa". La exigencia del encierro a causa del estado de alarma por la crisis del coronavirus ha expandido otras formas de entretenimiento y solidaridad desde la distancia.

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