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Lletra menuda

La música aplaca todos los males

Pon música a tu vida y no percibirás el silencia de la preocupación creciente. Tal recurso es especialmente válido en tiempos de coronavirus y estrechez de movimientos. Es la vía de escape ,sana y reconfortante, el instrumento válido para la resistencia, ahora que ya estamos concienciados de que, en el mejor de los supuestos, deberemos dar un vuelco absoluto a las agendas para un verano que será invierno de altas temperaturas con temporada turística baja y bolsillos exprimidos.

Música y más música para amortiguar tan áspera realidad caída sobre la aislada Mallorca a modo de meteorito inesperado. El coronavirus es un intruso traidor que empieza a ponerse al nivel de la filoxera en la isla abierta a las eternas invasiones.

En Artà, Salvador Martínez lo espanta haciendo sonar la caracola que tiempo atrás alertaba de la presencia de piratas en la costa. Los xeremiers del pueblo también dejan sentir sus instrumentos y en la vecina Son Servera los malabaristas de la música electrónica se han instalado en las terrazas. Hasta la Policía Local serverina incorpora melodías a su megafonía. Cosas parecidas pasan en Sant Llorenç. La Filarmónica de Porreres enlaza el sonido de sus instrumentistas al anochecer. La lista sería interminable pero también resulta reconfortante.

Ocurre en el Llevant que hasta ayer mismo tenía a gala no contabilizar ningún caso de coronavirus. Pero ahora la infección ya se ha encariñado con un facultativo del hospital de Manacor. Y "lo peor está por llegar" nos espetó ayer el presidente Sánchez desde la tribuna del Congreso de los Diputados.

Hará falta aumentar más el volumen de la música para edulcorar la impresión que produce comprobar que todavía quedan mallorquines atrapados en el extranjero, con enormes dificultades para regresar a su tierra. O así, con música, conceder menor relevancia a la presidenta del colegio de Médicos cuando confirma que solo se hacen las pruebas de coronavirus en los casos potencialmente graves. Hemos entrado en una "fase epidémica comunitaria" y los hospitales comienzan a llorar porque les falla el suministro de material. Cuando la presidenta Armengol ha reiterado una y otra que el abastecimiento estaba "absolutamente garantizado" se ha olvidado de especificar siempre si en tan rotundo concepto se incluía la logística hospitalaria.

Pónganle también música a estas carencias y a lo mejor, de paso, percibirán en menor grado el estruendo de las excavadoras de Porto Petro que neutralizan el teletrabajo domestico promocionado como salvación y no se llevarán el sobresalto de la mujer de la calle Blanquerna de Palma, al abrir la ventana y comprobar que soldados "de los de verdad" patrullaban por la via. Queda mucha música por desplegar.

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