El Gobierno declara el cierre de todos los hoteles y del resto del país y ordena a los que todavía cuentan con clientes en estos momentos que los vayan desalojando en el plazo máximo de siete días naturales.

El Ejecutivo justifica esta medida tan drástica en la progación del coronavirus que la actividad turística facilita. Entiende que la concentración de personas en alojamientos turísticos, que deben compartir determinados espacios comunes, implica un incremento del riesgo de contagio, por lo que dada la situación de restricción en la movilidad de las personas resulta necesario para garantizar la contención de la pandemia suspender la apertura al público de estos establecimientos, donde solo se podrá quedar el personal de seguridad.

Hay una excepción. Los hoteles que en estos momentos tengan clientes y que cuenten con espacios e infraestructuras para poder llevar a cabo las actividades de primera necesidad se les permitirá seguir abiertos. En este apartado solo se pueden acoger establecimientos con clientes estables y de temporada que en sus habitaciones cuenten con infraestructuras para llevar a cabo actividades de primera necesidad. No obstante, tampoco podrán acoger a nuevos clientes.

El Gobierno subraya que las autoridades locales de cada comunidad tendrán competencias para dictar cuantas resoluciones y disposiciones sean necesarias para el cumplimento de esta orden.

En Mallorca los hoteleros están concentrando a sus clientes en algunos establecimientos de la Playa de Palma, donde todavía quedan 33 hoteles abiertos de los 110 del destino (con 33.700 plazas). Antes de que se desatara la crisis, estaba operando el 60% de la planta. Ahora sólo quedan unos 2.500 clientes en la zona, mientras el ritmo de evacuación se acelera.

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