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Análisis

El coronavirus está aquí, no fuera

Hay que proteger a otras geografías de Mallorca, que es exportadora y no importadora de la pandemia

El coronavirus está aquí, no fuera

Con el estallido de la crisis del sida en los años ochenta, Reagan decretó de inmediato el blindaje de Estados Unidos, prohibiendo la entrada de seropositivos y sometiendo a controles a los pasajeros procedentes del extranjero. El pequeño problema es que la incidencia del síndrome era muy superior en el país estadounidense al registrado en el exterior, por lo cual la medida era estéril si no contraproducente. A Washington le hubiera convenido una entrada indiscriminada de viajeros, para diluir la magnitud de su drama.

El único éxito indiscutible de la gestión del coronavirus a cargo del Governgestión del coronavirus a cargo del Govern ha consistido en mentir con descaro sobre la penetración de la pandemia en la isla. Se han recortado las cifras por el ingenioso método de no realizar pruebas, y de disuadir masivamente a quienes llamaban al 061. Todo lo contrario que en la Corea puesta hoy como ejemplo mundial. La gran mentira se gestó con el paciente inaugural inglés de Marratxí. El grito alarmado de "ya tenemos un caso" se sustituyó por el descansado "solo tenemos un caso". El apego a esta tesis ha llevado al desastre actual.

Mallorca no importa coronavirus, sino que lo exporta. Hay que proteger a otras geografías de los pasajeros procedentes de la isla, y en todo caso habría que pedir perdón a países emisores como Inglaterra o Alemania, por los contagios que sus ciudadanos hayan podido sufrir aquí.

Al margen de la dinámica de flujos, sorprende que Armengol se atribuyera ayer el cierre del espacio aéreo mallorquín. En primer lugar, porque carece de competencia alguna sobre esa navegación, y se ha limitado a aprovecharse de que Madrid cerraría ahora mismo cualquier enclave que se lo solicitara. Pero en segundo lugar y sobre todo, porque se trata de la misma presidenta que hace solo cinco días se jactaba de promover la otra navegación, la llegada masiva de cruceros italianos al puerto de Palmallegada masiva de cruceros italianos al puerto de Palma. La Autoridad Portuaria dependiente del Govern suministraba orgullosa la cifra de hasta cuarenta barcos, con un pasaje equivalente a unos seiscientos aviones, el mismo día en que Fomento prohibía los vuelos procedentes de Italia. Solo el escándalo ciudadano, que no de los organismos oficiales ni de la sociedad civil parasitaria, obligó a una marcha atrás en diferido y a regañadientes.

La política es el arte de la rectificación, pero Armengol está forzando la bien entrenada credulidad de sus ciudadanos. El Govern apostó con descaro a que el coronavirus era un problema ajeno, y obró en consecuencia. Demasiado tarde para fingir que está en la vanguardia de la lucha contra la pandemia.

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