Mallorca vivió ayer su primer día de confinamiento con el estado de alarma declarado por la pandemia de coronavirus y del que algunos ciudadanos y turistas parecieron no haberse enterado, al contrario que bares, restaurantes y comercios, que sí cumplieron con las restricciones. Los cuerpos policiales tuvieron que advertir, por megafonía y también parando a los paseantes, de que solo se podía salir a la calle por una causa justificada, ya fuera para ir a trabajar, al médico o para compras de primera necesidad. La Delegación del Gobierno indicó que la jornada había transcurrido con tranquilidad, aunque sí finalizó con una propuesta de sanción a una mujer que se resistió a regresar a su casa.

Desde primera hora de la mañana, la Policía Nacional, la Guardia Civil y las distintas policías locales, a las órdenes del Ministerio de Interior, se movilizaron para garantizar el cumplimiento del estado de alarma. Los agentes tuvieron que ordenar que volvieran a casa a quienes ayer habían salido a pasear, correr, montar en bicicleta o patinar, como se pudo ver por distintas zonas de Palma y en otros municipios, como Manacor. También hubo controles en carreteras de la isla para supervisar qué tipo de desplazamientos se realizaban.

Interceptando a paseantes

El Molinar, la Platja de Palma, y el Paseo Marítimo de Ciutat fueron puntos donde los agentes ejercieron esa labor informativa y ordenaron a los paseantes que regresaran a sus casas. Ciclistas, corredores y familias enteras que salieron a la calle fueron interceptados por los policías y avisados de que debían permanecer en casa. También muchos ciudadanos salieron a pasear sus perros, algo permitido en el estado de alarma.

Por megafonía y en diferentes idiomas, los policías también se dirigieron a los turistas que habían hecho caso omiso de las restricciones. No eran muchos, pero sí se pudo ver a parejas de extranjeros con la mochila al hombro.

En relación a los incumplimientos de las medidas decretadas, ayer, la Policía Nacional identificó a una mujer que se negó a regresar a su casa cuando los agentes se lo ordenaron, actitud por la que se puede enfrentar a 600 euros de sanción. Los hechos ocurrieron en el parque de Gesa, frente al Paseo Marítimo, cuando una pareja de policías se percató de la presencia de la mujer paseando por la zona. Los agentes le requirieron en varias ocasiones que se marchara a su casa, cumpliendo la orden de confinamiento decretada con el fin de frenar la curva del coronavirus en España.

Al negarse la mujer e insistir en quedarse en el parque, los agentes le ordenaron que subiera al furgón para llevarla a las dependencias policiales, donde procedieron a identificarla. Finalmente, le dejaron partir tras advertirle que no podía persistir en este tipo de conductas y proponer una sanción.

También en Son Servera, la policía tuvo que acudir a una panadería donde servían cafés y cerrar la parte de la cafetería.

Ayer fue un día de advertencia, de sensibilización acerca de las medidas restrictivas, que en caso de incumplirse pueden acarrear multas de 600 hasta 30.000 euros, según Delegación del Gobierno, que consideró que la jornada había transcurrido "sin incidencias significativas y con amplio seguimiento por parte de la ciudadanía".

Apertura de supermercados

La Guardia Civil también hizo acto de presencia en grandes supermercados que ayer podían abrir al ser una jornada de apertura comercial, aunque cumpliendo las restricciones y evitando aglomeraciones. Una sola persona por cada familia, un cliente por cada carro y guardando las distancias de un metro en la cola fueron algunas de las indicaciones que se daban antes de entrar.

"Compren lo imprescindible y no acaparen la leche y el agua", indicaba una empleada de Alcampo a los clientes, a quienes se les advirtió que todos los productos disponibles estaban ya expuestos y que evitaran acercarse al personal de tienda.

La jornada en los supermercados comenzó con más calma que las anteriores, quizás por el desconocimiento de que ayer las grandes superficies podían abrir.

En el Carrefour del Coll d'en Rabassa se limitó el aforo a 600 personas y así se indicaba a los clientes. El resto del centro comercial y el aparcamiento subterráneo permanecían cerrados y acotados.

El Corte Inglés de Jaume III solo mantuvo abierto su acceso principal y en el interior también estaba acotado con cintas de plástico, marcando el camino al supermercado de la planta inferior. La empresa ya había comunicado que mantendrá cerradas sus instalaciones durante dos semanas.

En las panaderías de pueblo, como en Pòrtol, los clientes demostraron entender la necesidad de respetar las distancias en la cola y esperaron en la calle a que llegase su turno antes de entrar.

En el quiosco de prensa Multicentro, en Jaume III, los compradores no se podían acercar más allá de la línea marcada ante el mostrador. Ayer era día de lectura de periódicos, pero también de "muchas revistas", comentó Loli, una de las responsables del negocio, uno de los autorizados a abrir durante el estado de alarma.

De fiesta

La Policía Nacional tuvo que disolver una fiesta que se estaba celebrando en un colegio privado de Palma, incumpliendo las restricciones por el estado de alarma.

Fueron los vecinos de la zona los que avisaron a la Policía, al oír el ruido de la fiesta.

Cuando los agentes se personaron en el lugar, se encontraron con un grupo de unas 15 personas, entre adultos y niños, que estaban de celebración. Los policías les obligaron a disolver la fiesta.