P ¿Qué incremento de ventas han registrado durante los últimos días a causa de la psicosis que se ha generado en torno al coronavirus

R Estamos llegando a niveles que nunca sospechábamos, con medias del 250% en cocina, como conservas y alimentos con fechas de caducidad largas, y en otros productos como el famoso papel higiénico. La gente está cargando las cestas de forma compulsiva y no sabes bien por qué, aunque lo podemos imaginar. Y en muchos casos las ventas no crecen más porque no hay existencias para dar abasto.

P ¿Qué productos han tenido la mayor demanda? ¿Alguno se ha agotado?

R Pastas, arroces, aceites, legumbres, latas de conserva... Todo lo que es droguería para la limpieza del hogar. Los fabricantes no están dando abasto para producir alcoholes y se han agotado. En estos momentos es muy complicado conseguir gel para desinfectar las manos y va a ser difícil que los podamos volver a tener en poco tiempo. La producción y las ventas se han desbordado. En cambio, en materia de alimentación no estamos teniendo este problema porque la ventaja es que España es una gran productora de alimentos. La huerta europea la tenemos en casa. Nadie tiene que preocuparse por la posibilidad de quedarse sin este tipo de suministros. Por ejemplo, la industria conservera la tenemos en España.

P Hay casos curiosos como la enorme demanda de papel higiénico. ¿Eso tiene algún sentido?

R (Ríe) Hay muchas teorías sobre esto. La mía es que la gente, al final, se vuelve a reposicionar en el nivel uno de la pirámide de Maslow y quiere ver solucionadas sus necesidades más básicas, que son las fisiológicas. Da cierto confort poder pensar que en el caso de tener que quedarse en casa 15 días se va a tener alimentos y papel higiénico suficiente. Lo cierto es que se está dando un consumo compulsivo debido a la psicosis colectiva que se ha generado en torno al coronavirus y sus consecuencias, y eso explica que la venta de papel higiénico se haya triplicado. Deberíamos de tranquilizar un poco a la gente. No es normal que haya productos que antes aguantaban en la estantería cuatro días y ahora aguantan cuatro horas.

P ¿Cuánto puede durar esta psicosis en el consumo? ¿Están preparados para afrontarla?

R Va a depender de las determinaciones que tomen los Gobiernos central y autonómico. El Ejecutivo estatal podría decretar en cualquier momento el estado de alarma, que limitaría la movilidad de la gente, y la población se prepara para lo peor. Pero esta evolución se detendrá cuando la población tenga la casa llena de productos, y muchísimo papel higiénico (ríe). De momento, nos está sorprendiendo. Pensábamos que hace una semana se había alcanzado el pico en las compras y que iba a bajar en dos o tres días, pero durante las últimas jornadas no solo no se ha moderado, sino que ha crecido exponencialmente. Prevemos que este fin de semana, con apertura autorizada, puede ser bíblico.

P ¿Se va a poder consumir todo lo que se está comprando?

R Hay gente que no va a poder agotar ni en tres meses todo lo que está acaparando. No es posible. La gente cree que se va a quedar en casa sin poder salir, cuando nadie te puede prohibir que comas. Y los supermercados no van a cerrar, incluso declarado el estado de alarma. Todo lo que es estratégico está obligado a dar servicio, como es nuestro caso o el de las farmacias. No hay que preocuparse por este lado. ¿Se van a tirar muchos alimentos a la basura por no poder consumirlos todos? Sin duda.

P Todo el sector ha tenido que reforzar la logística vinculada a la reposición de productos.

R Puedo hablar del caso de Eroski. Hemos creado un comité de crisis, y agilizado las reposiciones y sobre todo la logística, porque las mercancías no llegan solas a los supermercados y hay que organizarlo. En Balears tenemos un elemento adicional, como es el mar, y se ha reforzado la entrada de productos mediante el transporte marítimo, para lo que no ha habido problemas. El proceso para organizar todo esto tiene su complejidad, pero lo hemos hecho y está funcionando perfectamente. De hecho, ante la primera oleada de avituallamiento que ha hecho la gente hemos respondido perfectamente y, aunque te vacían la tienda, al día siguiente vuelve a estar llena. El que se está comportando mal es el consumidor, con todo el respeto del mundo, pero las empresas de distribución estamos respondiendo y reaccionado de la manera más adecuada.

P ¿Cuentan con reservas para responder en el caso de que el transporte marítimo se viera afectado?

R En el caso de mi empresa, tenemos cinco almacenes reguladores que nos permiten aguantar perfectamente 11 días, más lo que hay en tienda con tres más, hasta sumar 14 o 15 jornadas, con una demanda normal. Si el consumo es el que tenemos ahora, ese plazo se puede reducir a unos 11 días. Pero la logística marítima no es un problema, porque esto no es una guerra, sino un virus, y lo máximo que puede pasar es que alguna tripulación se vea afectada, algo que las navieras ya han previsto. Todos los sectores hemos organizado planes A, B y C y hemos previsto todas las eventualidades. Hay que agradecer el trabajo que están realizando en este sentido la Cámara de Comercio, las navieras, los estibadores, y los sindicatos, que se están comprometiendo para que todo se solvente de forma positiva y nadie se aproveche de estas situaciones.

P ¿Existe la tentación de subir precios ante un aumento de la demanda tan espectacular?

R No. Y el que se mueva en esta foto, saldrá malparado en el futuro porque los consumidores no se lo van a perdonar. No es momento para aprovecharse, sino para facilitar las cosas. No hay que subir precios y no hacer nada que perjudique a nuestros clientes. Todo lo contrario, hay productores que antes tenían un turno de trabajo y ahora tienen tres. Todo el mundo está poniendo de su parte.

P La crisis del coronavirus está conllevando un parón en la actividad turística. ¿Eso puede conllevar un cambio en los mensajes vinculados a la saturación?

R Ahora nadie habla de turismofobia. Se espera una inflexión y que la curva de la epidemia comience a descender en abril o más probablemente en mayo en España, pero eso supone que hemos perdido la temporada de este año, porque en nuestros principales países emisores este cambio puede darse más tarde por aspectos como la diferencia de temperaturas. Si esto ocurre, va a ser muy difícil salvar esta temporada. Eso va a obligar a cambiar los mantras contra la llegada de visitantes, del no a los cruceros, y tendremos que replantearnos qué queremos realmente para Balears. Probablemente no oiremos en mucho tiempo esas voces que animaban a la turismofobia. No olvidemos que nuestro sistema económico se sustenta en el turismo, incluso en el conjunto de España. Si se para el trabajo, se para el consumo y se para todo. Eso va a crear un montón de subsidiariedad social del Estado. Pero al Estado lo alimentan los impuestos y las cotizaciones. Si esto se para, el escenario puede ser dantesco. Y todo el mundo tiene obligaciones, tiene que pagar su coche, su hipoteca, su alquiler, y las empresas tienen que pagar sus obligaciones financieras. Para invertir se ha tenido que pedir dinero prestado. Si la rueda se para, se para todo. Va a ser difícil dar soluciones con poco dinero. Es un tema muy serio. Parar la economía de un país durante 15 días supone un problema muy grave.

P ¿Se han notado las restricciones al alquiler turístico

R Desde luego. Los sectores más penalizados han sido el comercio de proximidad y la restauración, y nos ha penalizado muchísimo. Podemos hablar de descensos en las ventas de un 18% a un 25% en los supermercados situados en las zonas donde esta actividad vacacional era más intensa. Por contra, ha beneficiado a la hostelería, dado que ha supuesto un cierto proteccionismo hotelero.

P Cambiemos de tema. La amenaza de cierre del matadero de Palma

R Si me permite, hablaré por parte de Eroski. Hemos hecho una apuesta muy importante con el producto local y con los productores del sector primario. Eso implica un gran compromiso con los consumidores, porque muchos nos piden producto balear. En este grupo tenemos la carne, el ovino y el porcino. Hemos apostado por ésta y hemos dejado de adquirir carne de fuera. Si solo con un mes de antelación te dicen que van a cerrar un sitio que te genera toda esta producción, te puedes quedar sin producto de cara al cliente. Pero para nuestro sector primario, puedes hacerlo desaparecer. Era un tema de una enorme gravedad. El ayuntamiento de Palma decía que no era un problema suyo al no tener sector ganadero, lo que no es cierto. Palma tiene el 47% del consumo balear, y sí les suponía un problema. Además, estamos hablando de un matadero municipal, aunque lo explote una empresa. Salieron con artimañas poco nobles. Los políticos municipales no han estado a la altura. Por contra, hay que agradecer la iniciativa del Govern y la buena gestión que han mantenido en este tema. Sin comérselo ni bebérselo, en solo un mes, han tomado decisiones que costarán dinero a las arcas autonómicas pero que han resuelto el gran problema que teníamos. Han asegurado la supervivencia del sector y hay que agradecérselo al Ejecutivo autonómico, y a la oposición que no se ha aprovechado de este tema.