—Para que se haga cargo del tipo de entrevista: "¿Podemos darnos la mano?"

—Me estoy educando a mí mismo para no hacerlo, porque es absolutamente necesario evitar ese contacto.

—¿Tiene miedo?

—La edad es un factor determinante en los efectos del coronavirus, y hay que saber dónde estás, sin edulcorar la verdad. El papel del individuo cobra gran importancia, porque los hospitales no van a cortar la infección como demuestra la eclosión de Madrid.

—¿Cuál es la mayor tontería que ha escuchado?

—Entre profanos, que es un virus fabricado por las farmacéuticas o por bioterrorismo, cuando la realidad es más poderosa. Entre profesionales, no darse cuenta de que, si no quieres tener casos de coronavirus, no hagas tests. Si no lo buscas, no lo encuentras.

—¿Nos han engañado?

—Quiero aquilatar la respuesta. El coronavirus ha ido por delante de todos durante mucho tiempo, pese a la brutal advertencia china.

—Singapur y Hong Kong sí han buscado a los enfermos.

—Radicalmente de acuerdo. El ministerio de Sanidad español debió proporcionar tests diagnósticos a todos los centros, que no han podido hacer las pruebas.

—Entonces, las cifras de enfermos son falsas.

—Afrontan la realidad con miopía. Ni de broma tiene Cataluña los cien enfermos que le asignan hoy miércoles. Y es probable que en Mallorca sean más de los reconocidos.

—¿Le merece crédito el ministro Salvador Illa?

—Hubiera podido estar mejor asesorado, pero no nos engañemos, es una frase fácil de decir ahora.

—¿Todos seremos infectados, como dice Merkel?

—Pandemia o epidemia es un juego de palabras, pero no toda la población se contagiará. Las medidas de contención pueden rebajar los 2,5 infectados por enfermo a menos de uno. Así retrasas el pico y los sistemas sanitarios pueden abordar el enorme afloramiento de casos.

—Un virus más poderoso que la Liga de fútbol.

—No quiero jugar a profeta, pero pensaba verlo algún día. Por eso hay que actuar ahora con prudencia, evitando las aglomeraciones.

—Se le tiraron encima cuando defendió la suspensión del Mobile barcelonés.

—Me criticaron ácidamente, porque tenían otra perspectiva. El Mobile hubiera tenido lugar hace diez días, con cien mil personas concentradas. Se adelantaron sabiamente.

—Si me aconseja lavarse las manos con frecuencia, dejamos aquí la entrevista.

—No le quepa la menor duda de que es útil. Queremos contener una epidemia transmitida con gotas de saliva que se sedimerntan o por contacto. No se imagina la cantidad de veces que nos tocamos la boca y los ojos en una hora.

—Complete el recetario.

—La cuarentena de los sospechosos, el aislamiento de los infectados y el distanciamiento social. La generosidad del ciudadano individual es básica, esto no es un juego.

—¿El virus se irá de vacaciones en verano?

—Evidentemente, no lo sé. La contención funcionó en Wuhan dos meses y medio después. Lo cual nos sitúa en mayo y, si el coronavirus se comporta como otras infecciones de las vías respiratorias, puede aplanarse la curva de difusión. Es plausible que rebote en otoño, hipótesis a la que me apuntaría, pero el SARS desapareció y nadie sabe por qué.

—¿Cuántos enfermos han tenido el coronavirus sin que nadie se entere?

—Muchos, seguro que hay gente por la calle infectada y es la población que más nos preocupa. Tienen la capacidad de contagiar a otros sin estar enfermos, el día anterior a su ingreso en un hospital. Ahora bien, el ochenta por ciento de los que atendemos se encuentran bien.

—¿Cuál es el bicho más terrorífico que conoce?

—Entre los virus, me preocupan especialmente la viruela y la rabia. El segundo es fácil de controlar, pero el primero sería un candidato ideal para el bioterrorismo, de no mediar el efecto bumerán.

—¿Se está privando a los ancianos de la sanidad que han pagado, en pro de jóvenes que no han pagado?

—Este dilema puede plantearse en un momento determinado. Si se coloca sobre la mesa decidir una cama de UCI entre un paciente de noventa años y otro de 34, yo elegiré claramente al de 34. Pero me gustaría que esta decisión no tuviera que tomarla el médico de guardia.

—Estoy más asustado que al empezar la entrevista.

—Depende de tu grado de conocimiento previo, pero es una situación muy interesante donde los medios poseen una enorme responsabilidad.