Lo único claro es que Jaume Font ya no es presidente de El Pi. El hasta ayer líder del partido regionalista formalizó su renuncia al cargo por la tarde en una decisión que ha insistido estos días que no tiene vuelta atrás. A partir de ahí todo es incertidumbre y zozobra en la formación, que salió ayer de la reunión de su máximo órgano de decisión con los mismos interrogantes con los que entró: sin que esté claro cuándo se celebrará el congreso que deberá decidir el futuro del partido ni quien pilotará la formación hasta esa cita crucial, que los críticos, afines a Font, quieren adelantar a antes del verano. Ayer no quedaba claro ni quien es ahora mismo la máxima autoridad al frente de El Pi.

Después de haber anunciado su dimisión a mediados del pasado mes y de haber dejado esta semana su escaño de diputado en el Parlament, Font convocó al Consell General, el máximo órgano entre congresos, para formalizar su renuncia. La cita, que tuvo lugar en el Centre Bit de Inca, se desarrolló en un ambiente frío y de calma tensa. Ni el aplauso a Font en su despedida, mucho más corto que el que se le brindó en el Parlament, disimuló la delicada situación que atraviesa el partido.

Después de semanas de división entre las bases y juntas locales del partido a raíz del anuncio de Font, se esperaba que la confrontación pudiera llegar al Consell General de ayer. Pese a que sólo había un punto, el llamado informe del presidente con el que Font formalizó su adiós, se daba por hecho que cargos y afiliados pudieran expresar lo que han transmitido estas semanas a través de posicionamientos públicos. También, que fruto de ese debate se informara de los próximos pasos hacia el congreso y sobre todo, quien asumía las riendas del partido ante la dimisión de Font.

No hubo nada de ello. El secretario general del partido, Josep Melià, trató de tomar la palabra al finalizar Font su intervención, pero al verse increpado por un asistente que le reclamó su dimisión, dio por concluido el acto.

Pese a que se apuntaba que con la salida de Font automáticamente la presidencia del partido recaía de manera interina en la vicepresidenta Xisca Mora, tampoco se informó de ello a las bases. El ya dimitido presidente ponía en duda este extremo nada más concluir el acto: "De Mallorca está clarísimo, pero de Balears lo puede ser Xisca Mora, como el presidente del partido en Eivissa, Joan Torres, o el de Menorca, Joan Carles Forcades [ambos también vicepresidentes del partido]", dijo.

Tampoco Mora quiso autoproclamarse y evitó atender a los medios en esa condición. Mientras para un sector está "clarísimo" que Mora es ahora la máxima autoridad del partido, para el otro, no lo está, toda vez que los estatutos dejan claro que el vicepresidente insular asume el cargo de presidente insular en caso de dimisión, pero no detalla que también lo haga en su condición de presidente de toda la formación.

200 firmas por un congreso urgente

La fecha del congreso, que tampoco se abordó, deberá decidirla el Consell Executiu del partido, la cúpula restante tras la salida de Font, con un plazo máximo de seis meses, lo que podría postergar el congreso después del verano. Sin embargo, críticos del partido llevaban ayer más de 200 firmas de las poco más de 300 necesarias para convocar un congreso urgente, que debería ser en un plazo máximo de tres meses. En un plazo o el otro, el objetivo es una lista única de consenso que evite la ruptura total de El Pi.