El Teléfono de la Esperanza de Balears, que es un servicio gratuito y que desarrollan voluntarios, atendió el año pasado a 1.153 personas, que buscaban detrás del auricular a alguien que les escuchara y que les ayudara a buscar una solución a su problema.

Esta asociación, que se financia con fondos de la Fundación Barceló y de La Caixa, trabaja para promover la salud emocional, a través del trabajo desinteresado de 40 voluntarios. Lino Salas, portavoz de esta asociación, explicó ayer que estos voluntarios dan servicio las 24 horas del día y todos los días del año. Siempre hay una persona respondiendo al teléfono, que está preparada para escuchar los problemas que le cuentan a través de la línea telefónica.

Lógicamente, la casi totalidad de los que recurren a este servicio son personas con graves problemas, la mayoría afectadas por profundas depresiones, que lo que buscan es una solución que les ayude a salir de esta situación. Por ello, no todo el mundo sirve para desarrollar este trabajo y de hecho para poder ser voluntario del Teléfono de la Esperanza se debe superar un periodo de formación. El voluntario lo que hace es escuchar , entender y orientar. "Pero nunca se le juzga", aclaró Lino Salas.

De estas llamadas, 40 de ellas eran personas que estaban sufriendo una grave crisis y comunicaron su intención de suicidarse. Algunos, incluso, ya habían intentado quitarse la vida. Estas situaciones, según explicó el psiquiatra Mauro García, precisan una ayuda más urgente, porque se trata de personas que están padeciendo una profunda depresión, que necesitan una intervención profesional. Además de ser atendidos inicialmente por el médico de la asociación, después se les deriva al servicio de salud mental.

La media de las llamadas es de un cuarto de hora, pero se dedica mucho más tiempo cuando una persona llama para anunciar que se va a suicidar. Esta asociación, según Salas, no puede precisar si de estas personas que anunciaron su intención de suicidarse, finalmente se quitaron la vida.

Históricamente, la mayoría de llamadas eran de mujeres que estaban desesperadas. Pero ahora la situación es distinta. Llaman tanto hombres, como mujeres, aunque es cierto que los varones son los que muestran una decisión más decisiva a la hora de quitarse la vida. En estos momentos, se suicidan tres hombres, por una mujer.

La edad de las personas que llama a este teléfono varía. La mayoría tienen edades entre los 36 a 65 años, pero también llaman menores, que sufren un grave problema de soledad y están convencidos de que han sido abandonados por su familia.

Enfoque personal

El psiquiatra Mauro García detalló el perfil de la persona que acude, como último recurso, al Teléfono de la Esperanza. El usuario más habitual es una persona que, de pronto, su vida cambia, por diferentes razones, y que se siente abandonado por amigos y familiares. Cae en la soledad, pierde la capacidad de comunicación y empiezan a rondar por su pensamiento ideas suicidas. Para el médico es necesario realizar un enfoque personalizado de cada de una de estas personas, porque muchas de ellas no son conscientes de que están inmersos en un grave proceso depresivo. Ante estas situaciones, a las personas que aceptan la ayuda, se las deriva a una atención psiquiátrica especializada. "La depresión es una enfermedad muy complicada, pero siempre se encuentra una salida", señaló el médico.