—Para que se haga cargo del tipo de entrevista: "¿Se vio ministro?"

—Nunca. Se dijo, y cuando te lo comenta gente que no es del partido, piensas en la posibilidad. Vi a Ciudadanos en el Gobierno durante el primer semestre de 2018, porque estábamos al nivel del PP y con un PSOE estancado.

—¿Albert Rivera era un "adolescente caprichoso" y un "soberbio" de fábrica?

—Era sobre todo adánico, creía que con él empezó todo. Al final afloró su ego, el "lo he dicho y no se hable más", el ofendido "para fundador del partido, yo".

—¿En qué páginas '¡Vamos?' con la autocrítica?

—Reconozco que me equivoqué en una serie de momentos. En Balears pequé de pardillo, me dijeron que me dedicara a las instituciones y que ellos se dedicarían al partido. Se dedicaron tanto que me hicieron la cama.

—Me permitirá que haya olvidado el nombre de su sucesor en Ciudadanos.

—Mi sucesor ni tenía ascendiente ni representaba una forma de ver las cosas. Simplemente cogieron al de mejor presencia y ya está. Es el típico enfrentamiento de afiliados de base con los diputados que se suponía que no dábamos ni golpe, y encima cobrábamos. Solo pretendían ocupar el poder y repartirse cargos, las elecciones lo impidieron porque no salieron como pretendían.

—Un Pericay "incendiario", y "demoledor", nos lo han cambiado.

—A algunos les habrá molestado mucho ¡Vamos?, pero solo cuento lo que he vivido o contrastado, sin medias verdades. No podía ocultar lo ocurrido, el tono es contenido y educado.

—¿Hay algo de despecho?

—Es posible. Hay gente de la que hablo que no me cae bien, ni lo hará nunca. Me preguntaban, "¿cómo lo has permitido?", y me sentía con el deber moral de contarlo.

—No se nace político, pero se muere político.

—Moriré habiendo sido muchas cosas, afortunadamente. Me lo he pasado muy bien pero no volveré, seguro, a la política de primera línea. No habrá una segunda vez.

—Una cosa es irte y otra que te sobreviva Bauzá.

—Se me dijo que no me manifestara contra Bauzá, que tenía una gestión pésima y a quien no querían ni sus propios. Con este tipo de atributos, difícilmente podía aportar, y no ha sido bueno para la marca de Ciudadanos.

—¿En qué momento se da cuenta de que no puede cambiar nada como diputado?

—Cuando pequé de ingenuidad al proponer una comisión de investigación de Sa Nostra en 2015. Creí que el PP estaría interesado, pero hizo pinza con el PSOE para abortarla.

—Una Arrimadas finge mejor la españolidad que usted.

—Es posible. A este nivel de españolidad, tiene mejor pinta que yo. No me visto de faralaes como hace Arrimadas. Nuestras imágenes respectivas no tienen punto de comparación, a su favor.

—Es usted el defensor de España que mejor conoce el idioma catalán.

—No está mal dicho, pero también tuve seis meses de juventud en que fui pancatalanista. El catedrático Miquel Barceló me aclaró las ideas en Mallorca. Por entonces, el medievalista era profundamente anticatalanista, después cambió.

—¿Dónde defendió usted que había que pactar con el PSOE?

—En una de las últimas ejecutivas di mi opinión de que debíamos revisar la estrategia, abandonar la postura cerril porque las cosas habían cambiado. Sánchez nos había tocado, aunque no podíamos descartar que nos utilizara.

—Ciudadanos acabó con el bipartidismo, que acabó con Ciudadanos.

—Probablemente. Estábamos entre y entre, entre PP y PSOE. El objetivo era asentarse allí para convertirse en bisagra, la palabra que nadie quería utilizar. Después se instaló la doctrina de gobernar en España, y se hizo difícil regresar a lo fundacional.

—Y además llegó Vox.

—En la moción de censura no podíamos apoyar a Sánchez por lo que llevaba aparejado, pero nos debimos recolocar con la aparición de Vox. Nos habían votado por plantarle cara al nacionalismo pero, cuando una opción política se polariza, siempre gana la postura más radical.

—Haberlo dicho antes, hombre.

—Quizás sí, pero también fui un chico obediente que pensaba que había que llevar las decisiones del comité ejecutivo a la práctica, no ponerlas en duda. Me mantuve discretamente hasta julio, en que acabó la legislatura. Entonces me sentí liberado y autorizado a contar lo que viví.