"Nací en Albacete hace 69 años pero me he criado en Mallorca, lugar al que llegué con tan solo seis", comienza Sebastián desde su cama en la unidad de paliativos del hospital Joan March, un recurso asistencial al que ha tenido que recurrir al diagnosticársele una enfermedad incurable ahora hace dos años.

Su franqueza y espontaneidad sorprenden al formularle la pregunta de qué opina de que este país esté dando sus primeros pasos para regular la eutanasia: "Quiero ejercer mi derecho y, por supuesto, estoy a favor de que podamos decidir cómo y cuándo morimos".

"En esta vida siempre andamos dejando flecos", continúa, "por eso cuando me diagnosticaron mi enfermedad, hace ahora dos años, mi principal objetivo fue cerrar esos flecos. Necesitamos poner las cosas en su sitio para tener paz. Yo ahora la tengo y me encuentro bien conmigo mismo". Sebastián sostiene que, una vez que has arreglado las cosas que no querías dejar pendientes antes de marcharte de este mundo, "no puede haber mejor momento para tomar una decisión sobre cómo quieres irte".

Sobre su actual situación y tras subrayar que "las expectativas no son buenas", detalla que "si tengo un día malo de dolor, sé que mañana no va a ser mejor. No tengo ninguna calidad de vida, pero estoy en paz conmigo mismo y quiero poder ejercer mi voluntad", señala en alusión a la posibilidad de acogerse a la eutanasia, decisión que no quiere revelar ahora.

"Me reservo mi opinión. Haga lo que haga, mi familia apoyará mi decisión, estará totalmente de acuerdo con lo que decida. Ya lo hemos hablado sin tapujos", concluye su testimonio Sebastián contando las horas que le quedaban para, este mismo fin de semana, recibir el alta y regresar a su hogar, junto a sus seres queridos, y quedar en manos de los equipos de atención domiciliaria de Primaria.

"Habría que potenciarlos", reclama aludiendo a estos últimos, "de la misma manera que creo que hay pocos hospitales de paliativos en Mallorca. Y están haciendo un trabajo invalorable", recuerda.