—Para que se haga cargo del tipo de entrevista: "¿Es usted el fiscal del Centro Nacional de Inteligencia?"

—Soy el notario del CNI, pero ellos no me consideran precisamente su mejor amigo. Quieren permanecer en las sombras y que nadie hable de ellos, sobre todo de sus fracasos. Los éxitos ya se encargan de filtrarlos.

—¿España fue el primer país en saber que Irak no tenía armas de destrucción masiva?

—De los países atacantes, Aznar fue el primero en saber que no había armas porque le informó el CNI, pero el presidente se creyó lo que le interesaba y lo que quería Bush.

—Aznar dijo que ayudar a Bush sería beneficioso.

—Dijo que "va a cambiar la historia de España de los últimos doscientos años", y así ocurrió durante un par de semanas. Bush nos apoya cuando Marruecos invade Perejil.

—Los dos informadores de las falsas armas fueron salvajemente asesinados, junto a otros seis espías.

—En Destrucción masiva me centro en el asesinato de ocho agentes del CNI en dos atentados en Irak a finales de 2003. Es la mayor tragedia del servicio secreto, y ocurre durante la guerra que cambia la historia del siglo XXI.

—En aquel momento se vio como un acto de guerra más.

—Hay que recordar que unas semanas antes había habido manifestaciones en toda España con el "No a la guerra", algunas multitudinarias y reproducidas en todo el mundo.

—¿Fue una venganza por lo que sabían?

—Es una venganza contra los dos con experiencia en el país asiático, Martínez y Bernal. Las declaraciones de Aznar contra Sadam hacen que ambos agentes pasen de tener muchos amigos a muchos enemigos en Irak.

—¿Aznar los dejó expuestos?

—Aznar dejó en evidencia a dos funcionarios, más allá de militares y espías, que cumplían disciplinadamente con su trabajo, aunque pudiera costarles la vida.

—¿Se siguieron los protocolos de seguridad?

—Se siguieron, pero eran una birria. Tras el atentado, el CNI cambia todos los protocolos de seguridad, como la compañía aérea que cambia sus pautas tras un accidente con doscientos muertos.

—Un espía español se salvó al abandonar el lugar de la emboscada.

—Esta es la pregunta más desagradable. Murieron siete de ocho, el superviviente dijo que le indicaron que fuera a buscar ayuda. Sus colegas me insisten en que, en la guerra, un soldado no abandona a sus compañeros, y todos ellos eran militares.

—¿No ha podido hablar con el superviviente?

—No lo he conseguido.

—El CNI debe tener un dosier sobre usted.

—Hace unas semanas le pregunté a Alberto Saiz si me habían espiado y me dijo que no. Tengo la certeza de que con otros directores lo han hecho.

—Algún día podrá reclamar su ficha.

—Aquí no puedo solicitar nada. Con la Ley de Secretos Oficiales de un país como España, ni mis tataranietos lo pueden pedir.

—¿Al CNI le preocupa más Vox o Bildu?

—No sé si de Vox, pero de los históricos de Bildu poseen larguísimas microfichas. Al CNI le preocupa lo que le diga el Gobierno, y en mis treinta años investigándolos, siempre se han metido en más fregados por órdenes del Ejecutivo que por iniciativa propia.

—El CNI parecía el equipo de barrenderos del anterior Rey.

—Juan Carlos I les metió en una serie de líos, con Bárbara Rey o con Corinna. Son ese tipo de problemas que solo el CNI podía resolver.

—Los espías no fueron muy diligentes en el referéndum catalán.

—Fallaron en dos cosas, no lograron influir a los unionistas para que se manifestaran y no evitaron que hubiera urnas. El CNI dejó en evidencia al Gobierno, que pese a ello no tomó medidas contra Félix Sanz Roldán.

—A lo mejor los espías desconocían el idioma.

—Muchos de los agentes que participaron eran catalanes, les conozco. Fallaron y ya está, es evidente.

—Hasta el pequeño Nicolás presumía de ser espía.

—Nicolás nunca perteneció al CNI, pero mucha gente presume como él para obtener ventajas. He descubierto a hombres que decían que eran Mikel Lejarza El Lobo para ligar con una jovencita. Con la excusa de ser espías, después podían desaparecer.

—¿Espía es una carrera con muchas salidas?

—Hay montones de jóvenes que pasan pruebas durante meses y meses, para entrar en el servicio secreto. Quieren vivir la aventura de ser espías.