Si por los técnicos de la Comisión Balear de Medio Ambiente (CBMA) fuera, las obras de ampliación del aeropuerto no saldrían adelante. El informe que han redactado, que no es vinculante, desmonta el proyecto de Aena porque "puede causar impactos ambientales significativos".

En un pormenorizado documento que se dirige a Enaire, el órgano sustantivo que tiene las competencias para su autorización, se advierte de una larga serie de aspectos que no ha tenido en cuenta el gestor aeroportuario.

Entre ellas, no se establecen "límites, cortes o un techo en la evolución del tráfico", lo que lleva a que la Comisión afirme que se "sigue un modelo de desarrollo insostenible, con un crecimiento continuo de las infraestructuras para poder ir sumando más tráfico aéreo proclive al modelo de turismo de masas con el consecuente agotamiento de recursos naturales e incremento de la contaminación atmosférica y acústica".

En la descripción del proyecto de ampliación y remodelación de la terminal aeroportuaria, la CMBA repasa las actuaciones que incluyen demolición de edificios para incluir 12 estacionamientos de aviones, 13 nuevas puertas de embarque, más de 1.800 plazas de aparcamiento (llegando a 14.700), un edificio de control de accesos, una nueva cantina y la ampliación de la superficie comercial, entre otras.

Además de la eliminación de zonas verdes, con las ampliaciones habrá "grandes áreas de zonas de pavimento generador de calor", de manera que fomentarán "el efecto de isla de calor urbano" en las estaciones más cálidas.

Sinergias con otros proyectos

Con las cifras que se bajaran para 2015, con cuatro millones más de pasajeros, hasta 33,8 millones, se prevé un incremento de más de un 21%, sin que el estudio de impacto ambiental de Aena incluya datos de población estacional, "ni una evaluación de la evolución del tráfico de pasajeros y sus efectos". Y es que en el aeropuerto más estacional de la red de Aena, en julio y agosto de 2025 se sumarían más de cinoc millones de pasajeros, que sumados a la población mallorquina, en esos meses se superarán los seis millones de personas en la isla.

La Comisión que preside Antoni Alorda, considera que "se debería fijar un techo máximo de presión humana y no acomodar indefinidamente el número de turistas". Continúa el informe advirtiendo que no se tienen en cuenta las sinergias de los otros proyectos de Aena en marcha, ni la saturación de las carreteras y tampoco que las emisiones de C02 de la actividad aeroportuaria superarán las 335.000 toneladas.

Para las nuevas necesidades eléctricas no se tiene en cuenta "ningún tipo de energía renovable" y a pesar de aumentar la contaminación acústica (con repercusión en más de 1.000 viviendas) las medidas correctoras son las mismas que las de hace diez años, además de no contarse con un plan de movilidad que fomente el transporte público o cuantificar las repercusiones sobre los recursos naturales limitados por la insularidad.

La CMBA recuerda que acordó instar al ministerio para la Transición Ecológica a no autorizar proyectos que suponga un incremento de la capacidad declarada por la emergencia climática.