Una operación policial desarrollada en Palma a finales de mayo del pasado año ha sido clave para detener el miércoles en Málaga. Sobre este empresario pesaba desde 2019 una orden de búsqueda internacional por ser el presunto responsable de un entramado corrupto que operó entre 2012 y 2013 cuando ejercía como director general de la compañía Petróleos Mexicanos, estando al frente del país el presidente Enrique Peña Nieto. La Fiscalía mexicana estima en 280 millones de dólares la cantidad de dinero defraudado.

Lozoya, que también había sido señalado como un destacado partícipe de los sobornos de la constructora brasileña Odebrecht, se había refugiado en una urbanización de lujo en Benahavís (Málaga), que apenas abandonaba. Fue precisamente en una de sus pocas salidas, cuando fue interceptado por efectivos de la Policía Nacional, gracias a la estrecha y prolongada colaboración con sus homólogos mexicanos y la Fiscalía. En ese rastreo, Palma resultó clave. Hace nueve meses, en concreto el pasado 29 de mayo, otro empresario mexicano sobre el que pesaba una orden de búsqueda de la Interpol por esta misma trama, Alonso Ancira, fue detenido en Mallorca.

Alonso Ancira, propietario de Altos Hornos de México, la mayor siderurgia del país, fue arrestado en el aeropuerto de Palma cuando se disponía a coger un vuelo. Al magnate, que fue extraditado, también le perseguía la compañía mexicana de petróleo por supuestos delitos que causaron un "grave daño patrimonial a la empresa", según expuso la Fiscalía. La captura de Ancira, acusado de pagar sobornos a Pemex dentro de la trama Odebrecht, ha contribuido ahora a la localización y detención de Emilio Lozoya en Málaga.

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