El tribunal de la Sección Segunda de la Audiencia de Palma ha confirmado la segunda sentencia condenatoria contra el empresario Bartolomé Cursach. Esta vez se le declara culpable de un delito de injurias por haber llamado, tres veces seguidas "subnormal" al magistrado Manuel Penalva, que fue quien ordenó su ingreso en prisión acusado de graves delitos. El tribunal rechaza el recurso que planteó la defensa y ello representa que el condenado tendrá que abonar una multa de 9.000 euros e indemnizar con otros 3.000 euros al juez al que insultó. El condenado tiene intención de recurrir esta sentencia al Supremo.

Los hechos se produjeron al día siguiente de que Cursach saliera de la cárcel, tras permanecer un año recluido de libertad. Logró abandonar el centro penitenciario el día 19 de abril de 2018 tras el abono de una fianza de un millón de euros, una cantidad económica que consiguió reunir en pocas horas.

Al día siguiente de su salida de la cárcel se desplazó al juzgado, acompañado de su abogado, para hacer entrega de su pasaporte, ya que le prohibieron salir del país. El empresario se encontraba en la oficina judicial y dos funcionarias le oyeron decir en tres ocasiones la palabra "subnormal". La pronunció cuando en una charla con su letrado estaba comentando una entrevista que el juez Penalva había mantenido esa misma mañana en la Cadena Ser. "Ahora dice que pasa pena por los testigos, subnormal, subnormal, subnormal". Esta es la frase exacta que relata la sentencia, que pronunció Cursach para referirse el magistrado.

El tribunal desmonta las seis razones que alegó la defensa para reclamar la absolución del empresario. La sentencia incide en que, con independencia de que el empresario estuviera hablando con su abogado, mencionó la frase delante de testigos, en un lugar público y "con consciencia y voluntad de querer perjudicar el honor del magistrado delante de sus funcionarios".

Es la segunda vez que el empresario nocturno es condenado desde que fue detenido. La primera condena fue por un delito de tenencia ilícita de armas, ya que Cursach guardaba bajo la cama de su dormitorio un rifle, además de munición, sin tener autorización para tener este armamento. Ahora está pendiente de afrontar otros juicios.

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