Ramon Rullán Delgado, natural de Sóller, abre en su móvil la aplicación china del coronavirus por si se ha producido algún cambio de última hora. En la pantalla, en un mapa de Guangzhou lleno de puntos rojos que se actualiza con los datos del sistema de salud del país, comprueba el número de enfermos que hay a su alrededor y su dirección exacta geolocalizada. "El más cercano vive a un kilómetro de mi domicilio, como ayer", concluye algo aliviado.

Como el resto del país, la vida en China de este solleric se encuentra detenida, esperando la incorporación al trabajo, casi sin salir de casa por la alarma sanitaria que ha bloqueado la vida, la economía, la educación y las comunicaciones de la nación más poblada del planeta.

Todo es secundario y todo queda postergado a la evolución de la epidemia, como la aplicación de móvil, una especie de topografía del terror, que consulta varias veces al día. En color rojo, los casos confirmados; en amarillo, los sospechosos de estar infectados; en verde , los que se han curado; y en gris, los fallecidos, 724 según el último recuento, junto a la localización en tiempo real a su alrededor.

Ramon Rullán Delgado es un profesional del sector del vino. Vive en Guangzhou desde hace tres años, la tercera ciudad más poblada de China, aunque empezó a viajar a esta megápolis en el año 2015.

"Con la crisis del coronavirus el cambio ha sido total, Guangzhou es hoy una ciudad fantasma, despoblada, con todos sus ciudadanos escondidos en sus casas, que solo abandonan por indicación de seguridad cada dos o tres días para ir al supermercado. Todo lo demás -apunta- las tiendas, los centros comerciales y casi todos los restaurantes permanecen cerrados y la incorporación a la actividad laboral, a la a las escuelas y universidades se va posponiendo hasta nueva orden", describe el mallorquín.

"Hoy lunes era el día señalado por muchos trabajos para volver a la actividad laboral, pero la ciudad apenas ha salido de su letargo, se ha visto más gente por la calle, pero muy lejos todavía de la normalidad", relata Rullán.

Con el avance de la enfermedad algunos comercios muy conocidos han ido restringiendo su actividad. "La cafetería Starbucks más cercana a mi domicilio todavía tenía las puertas abiertas el pasado viernes, aunque te tomaban la temperatura al acceder al local", comenta. "El sábado, cerró y sólo mantuvo abierta una ventana para pedidos online. Y hoy lunes ya ha cerrado sus puertas y solo atiende pedidos a domicilio. Eso sí tienes que bajar a la calle a buscar el pedido, porque nadie ajeno a los edificios puede acceder a ellos", describe.

Además, y según relata, en las estaciones de tren y metro "el personal trabaja no solo con mascarilla, sino también con gorros y un atuendo protector de plástico, como si se encontraran en un laboratorio. En este ambiente -prosigue¬- y como no hay mascarillas para todos, ha surgido un mercado negro que las vende mascarillas usadas después de recogerlas de la basura y lavarlas", destaca.

Mientras espera para incorporarse al trabajo, Ramon Rullan pasa el tiempo en casa como puede. Habla por teléfono con su familia cada día a las ocho de la tarde para tranquilizarla, estudia chino, lee, ve series enteras de televisión, realiza pequeñas salidas para ir al supermercado o a una cafetería cercana y una vez por semana juega a badmington en los alrededores de su casa con su pareja, natural de Hong Kong, que trabaja en una empresa norteamericana de recursos humanos en el sector bancario y a la que se ha autorizado durante estos días a trabajar en casa.

"Hay mucha inquietud entre la población. Yo me lo tomo bien. Aunque la situación es de mucha incertidumbre estoy tranquilo, esperando acontecimientos. Pero la población local tiene miedo. La población que vive en Guangzhou es brutal. Y ahora mismo no hay nadie en la calle".

Golpe a la economía y pasajes por las nubes

Su trabajo también sufre las consecuencias del coronavirus. "En marzo teníamos una importante presentación de vinos de Rioja y ya se ha cancelado y también lo ha hecho la feria más importante del sector la 102nd Chengdu China Food & Drink Fair, que es de una importancia capital para los productores", señala.

"La economía se está viendo muy afectada por la crisis del coronavirus", opina Ramón Rullán. "En el sector del vino se da por hecho que el primer trimestre está perdido, que hasta abril o mayo todo se verá muy afectado", lamenta. "Y también las comunicaciones, Hong Kong ha cerrado transito de visitantes de la China continental y le impone cuarentenas de 14 días de aislamiento y conseguir un billete para venir o viajar a Europa empieza costar una fortuna", detalla.

CONTENIDO_RELACIONADO

  • Mallorquines en China: "El pánico es mucho más peligroso que el coronavirus"
  • Un niño de 7 años, en observación en Son Espases por posible coronavirus
  • Confirmado el primer caso de coronavirus en Mallorca
  • Salud investiga entre 20 y 40 personas que tuvieron contacto con el británico
  • ¿Qué es el coronavirus de China? Síntomas, contagio y prevención del virus

FIN_CONTENIDO_RELACIONADO