El juez principal del caso Cursach, Enrique Morell, ha ordenado que se revisen los protocolos y medidas de amparo de los testigos protegidos en esa supuesta trama de corrupción y que vienen denunciando continuas amenazas y presiones. La revisión ha sido a instancias de la fiscalía anticorrupción de Madrid, que ha recibido quejas de esos testigos protegidos, dos de los cuales se han marchado de España para no ser víctimas de ataques.

El caso Cursach pivota especialmente sobre algunas personas que hace años recibieron la condición de testigos protegidos. Pese a este escudo legal, algunos de estos testigos han denunciando en repetidas ocasiones haber sido víctimas de amenazas, daños en sus propiedades, palizas y revelación, a través de las redes sociales y algunos medios de comunicación, de sus identidades.

Los fiscales madrileños Concepción Sabadell y Tomás Herranz han solicitado que, especialmente, el análisis de los protocolos se realice sobre los testigos protegidos 29 y 30.

Ambos son antiguos trabajadores del Grupo Cursach y en los últimos meses han tenido que irse de España por el miedo a ser agredidos.

El testigo protegido número 29 se ha ido a vivir a Suiza alegando que las autoridades españolas no le han protegido de las constantes agresiones y amenazas que ha venido recibiendo. Se trata de un antiguo jefe de barra de la discoteca Tito's que desveló, entre otras cosas, que se habían organizado fiestas privadas para policías locales de Palma, en las que eran invitados a mantener relaciones sexuales con prostitutas, cocaína y copas. Este testigo, antes de que se conociera el contenido de su declaración, dado que el caso estaba bajo secreto, ya fue amenazado por un antiguo portero de la discoteca de Cursach, que empezó a merodear por su domicilio lanzándole mensajes amenazantes. Este hombre de nacionalidad rumana, que se trasladó a Mallorca dejando a su mujer embarazada y a punto de tener a su primer hijo, fue juzgado y condenado.

Otra condena

No fue el único episodio violento que ha sufrido el antiguo camarero, que recibió una paliza cuando entraba en su casa a través del garaje. Dos hombres le agredieron, provocándole graves lesiones. Solo se detuvo a uno de ellos, que también fue condenado.

A pesar de que se acordó ponerle protección policial al testigo, éste volvió a sufrir varias agresiones más, hasta extremo de que le quemaron la cara con un hierro, según denunció. Las intimidaciones parece que no han acabado, según los testigos.