¿Qué significa para una mujer vivir un episodio de violencia obstétrica? Además de un análisis cuantitativo, la tesis Atención respetuosa a la mujer en procesos reproductivos. Prevención y Detección de la Violencia Obstétrica incluye los testimonios de doce mujeres que refieren haberla sufrido (con el trato deshumanizado, irrespetuoso, jerarquizado y la atención insuficiente como base) y qué ha supuesto para ellas.

Este estudio, firmado en 2018 por Rosa Llobera, Victoria Ferrer y Xènia Chela, concluye que a pesar de existir recomendaciones de organismos estatales e internacionales "se siguen realizando prácticas clínicas injustificables".

Además de un trato y una atención inadecuadas, el entorno y la vulneración del derecho de autonomía e información, son otras "fuentes de malestar".

"En el embarazo, que la atención no sea personalizada, cercana y de calidad despierta en la mujer sentimientos de inseguridad y preocupación", apuntan las autoras, "y en el parto los sentimientos referidos son inseguridad, angustia, impotencia, vergüenza, incomodidad, miedo, tristeza, frustración, vulnerabilidad y soledad".

En el postparto inmediato, debido a lo vivido y al trato recibido, aparecen "la tristeza, la frustración y la culpabilidad" y después de un tiempo, los sentimientos que les invaden son "el miedo a volver a sufrir violencia obstétrica" y "la rabia".

No es que la atención sea mala siempre o de forma generalizada. Las mujeres relataban aspectos y episodios positivos de la atención recibida, pero lo asociaban a "haber tenido suerte", en vez de entenderlo como la práctica habitual recomendada.

En cuanto al trato, las mujeres reportaron que la mayoría de profesionales que las asistieron durante el parto no se presentaron (ni el nombre, ni la categoría profesional), ni siquiera antes de hacerles alguna técnica o intervención: "Fue el tacto con 'menos tacto' (...) Sin presentarse la ginecóloga entró y me metió los dedos, sin darme explicaciones, ni pedirme permiso", relató una mujer. "Empezaron a entrar muchos en la habitación, no sabía ni quiénes eran (...) en un momento entraron más de seis personas", contó otra.

Las entrevistadas deploraron también la infantilización, el tono paternalista, que no se tomase en cuenta su opinión, que se le aplicasen técnicas sin informarles y sin esperar su consentimiento o incluso burlándose de su desconocimiento.

"Tú ya no puedes opinar"

"Ella se lo explicaba a mi marido y todo lo que tú quieras, perfecto, ¡pero es que es a mí!", reivindicaba una. Otra contó: "Yo les decía: No, no lo quiero, bajo mi responsabilidad. Y la ginecóloga me decía: 'Tú en estos momentos ya no puedes opinar, ya no tienes la cabeza en su sitio".

Las participantes sentían que a menudo se imponía el criterio del profesional sin escucharles: "Es asimilado que los que mandan, los que llevan todo el parto, son ellos y tú te callas y te achantas".

Otra indicó: "Mi sensación era que el ginecólogo y la matrona iban haciendo a su bola y mi pareja y yo estábamos allí de simples pacientes, espectadores, nos dejábamos hacer lo que ellos encontraban que era necesario, sin opinar". Una mujer relató que se ignoró su plan de parto: "La matrona decidió sola (...) y se puso sobre mi barriga a empujar, yo no quería".

También explicaron que algunos profesionales tomaron "represalias" por expresar sus preferencias o cuestionar alguna técnica: "Una vez mi pareja le dijo a la ginecóloga que no me empujara más la panza [maniobra Kristeller] y ella me dijo: 'Pues te llevo a quirófano sola, y ya está' (...) y a mi marido le dijo: 'Y tú te quedas aquí'; como castigado, y él ya no pudo verle nacer".

Estos testimonios coinciden con ciertos aspectos con los que también son críticos los profesionales, en concreto las comadronas. Llobera así lo ha comprobado en su tesis, que incluye un tercer estudio también firmado por ella: Humanización de la atención obstétrica: qué opinan las matronas.

La opinión de las matronas

La mayoría de las profesionales que participaron en el estudio afirmaron haber atendido a mujeres que habían recibido "una atención sobremedicalizada, deshumanizada y/o irrespetuosa". Solo la mitad de las encuestadas señalaron que el embarazo, el parto y el puerperio se atienden como procesos fisiológicos.

Las matronas de los centros de salud (que acompañan a la mujer en todas la fases) fueron más críticas que las que trabajan en los hospitales.

La mayoría señaló a "la elevada carga asistencial" como una dificultad para ofrecer una atención personalizada y de calidad.

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